Buscando puntos de contacto con un par de comedias estadounidenses que en los últimos tiempos renovaron el género, Amor a distancia arranca con un estilo moderno y descontracturado que auspicia un buen resultado global, pero esa impronta no logra mantenerse. Las referencias son a la excelente 500 días con ella y a la más que interesante Simplemente no te quiere, más aún teniendo en cuenta que en esta última participó –sin formar pareja- el dueto protagónico de esta película. Con estos dos formidables antecedentes, el guionista Geoff LaTulippe y la directora Nanette Burstein, que debuta en el largometraje de ficción luego de un par de elogiados films documentales, concibieron esta historia acerca de una pareja que luego de un romance veraniego mantiene una relación a distancia. Apelando al carisma y las buenas dotes para el género de Drew Barrymore y Justin Long, Amor a distancia cuenta el flechazo que en principio los une, a través de una jugosa charla en un bar, una noche juntos con desayuno incluido y la propuesta de seguir frecuentándose sin promesas ni compromisos, aprovechando momentos que ya no se repetirán. La kilométrica extensión que existe entre San Francisco y Nueva York, sus respectivas ciudades, impedirían la continuidad de la breve aventura, pero finalmente la pasión y el sentimiento son más fuertes y deciden intentar mantener el vínculo pese a la distancia del título.
A partir de allí la comedia, tras algunos toques mordaces y originales, se interna en un romanticismo más transitado, y las escenas interesantes empiezan a resultar más aisladas, menos eficaces y a veces rozando el mal gusto. La chispa de algunos intérpretes secundarios y el citado encanto de Barrymore y Long rescatan levemente la propuesta.