Romance a la medida de Drew Barrymore
Se luce en una comedia actual, fresca y divertida
No es fácil hacer una comedia romántica que se ocupe de contar de manera entretenida y sensible la historia de un amor. Muchos lo intentan creyendo que es sencillo, que con un par de protagonistas bonitos cuyos personajes se conozcan de manera graciosa alcanza, pero no. Más allá de las fórmulas y las reglas, que este género las tiene y muchas, sin un buen guión el emprendimiento fracasa por cursi, simplón o poco realista. Tres características de las que Amor a distancia carece completamente. De hecho, esta comedia evita, en su mayor parte, la sensiblería y las respuestas obvias para contar el enamoramiento de Erin y Garrett, interpretados por Drew Barrymore y Justin Long.
A partir de un encuentro casual en un bar -nada extraordinario por ahí- ocurre la maravilla: resulta que la aspirante a periodista y el empleado de una discográfica son almas gemelas. Y se nota. La interpretación de Barrymore y Long no deja lugar a dudas de que estos dos son el uno para el otro. Ella es inteligente, linda y se ríe de los chistes que él hace y hasta tolera a su compañero de casa. Ese que se empeña en musicalizar con canciones de los ochenta cada etapa de su primera noche juntos. El único problema es que Garrett vive en Nueva York, donde se conocen, y ella debe volver a San Francisco para terminar sus estudios y encaminar su vida profesional.
Con algo de la sensibilidad de 500 días con ella y tomando prestado los modos de esos adultos por momentos todavía anclados en la adolescencia de Alta fidelidad, Amor a distancia, consigue contar un romance actualsin recurrir a la caricatura ni la humillación de sus personajes como últimamente se mal acostumbraron a hacer otras películas de su tipo.
Aciertos y errores
El guión escrito por Geoff LaTulippe acierta al construir a los protagonistas y su contexto familiar y laboral aunque no logra los mismos resultados en el armado de los personajes secundarios. Mientras Barrymore brilla en cada una de las escenas que le toca interpretar, no se puede lucir de la misma manera la actriz Christina Applegate, una consumada comediante que aquí hace lo que puede con la neurótica hermana de Erin, un papel sin demasiados matices que le quita verosimilitud al relato. Lo mismo puede decirse de los fieles amigos de Garrett, Dan (Charlie Day) y Box (Jason Sudeikis). Encargados de aportar el costado más gracioso en medio de los conflictos amorosos de la pareja, los personajes de Day y Sudeikis (experimentados cómicos televisivos) parecen malas fotocopias de aquellos perfectos secuaces del protagonista de la mencionada Alta fidelidad ( Jack Black yTodd Louiso). Tan excéntricos como entrometidos, el par desentona en un film que si no fuera por ciertas concesiones en su relato bien podría destacarse entre las mejores comedias románticas del año.
La directora Nanette Burstein, responsable de varios notables films documentales ( The Kid Stays in the Picture, que se vio por HBO), debuta aquí en la ficción y, aunque hizo un trabajo aceptable, se quedó corta a la hora de privilegiar en pantalla a su mejor jugadora: la talentosa señorita Barrymore.