Hay vida más allá de Bollywood
Una grata sorpresa resulta Amor a la carta, la película india de Ritesh Batra. Sorpresa que es parte central de la película, más no de la trama. Se trata del sistema de reparto que hace llegar la comida que las mujeres hacen en sus casas para que reciban sus esposos en los lugares de trabajo. Se trata de los dabbawalas, un ejército de 5000 hombres que se desplazan por Mumbai de diferentes maneras (a pie, en bicicleta, en tren) para retirar las viandas en los hogares y tras un largo y muy organizado recorrido, depositarlas en los escritorios de los destinatarios. Esto motoriza la trama, porque a través de esa organización y de un error de entrega, una mujer joven a quien su esposo tiene absolutamente dejada de lado, y un hombre mayor, viudo y frío, se ponen en contacto. A él llegará la comida que la mujer prepara creyendo que le llegará a su esposo. Así comenzará una cálida relación epistolar, en cartas que viajan con el envío y la devolución de los utensilios.
Más allá de algunos códigos omnipresentes en el cine indio como el peso del melodrama y la presencia de la música popular, la película tiene una profunda austeridad narrativa y algunos logros formales que enriquecen la trama amorosa. El principal es la construcción a partir de voces siempre ausentes. La tía, un personaje secundario esencial, es una voz que grita desde el piso superior y se hace presente con una canasta que baja condimentos a su sobrina con una soga, para que ajuste el sabor de sus comidas. Pero también la voz de los protagonistas es en la relación la voz del que no está. Ellos sólo se conectan con sus cartas, con las palabras que llevan sus voces en ausencia. El recurso para nada novedoso, sin embargo funciona perfectamente pues Batra sabe dosificar el mismo a lo largo de la película.
Sobre esta construcción formal y la claridad constructiva de los personajes (tampoco aquí el realizador hace cosas sofisticadas, sino que con claves de género bien trabajadas obtiene un resultado correcto) Batra impone la presencia del espacio en la ciudad que es un protagonista clave. Ya en la enormidad de los desplazamientos de los dabbawalas, como en las calles de los barrios, los pequeños espacios hogareños y en la imponente escena burocrática de una oficina pública plagada de personas y papeles, el espacio es central para la posibilidad de desarrollo de la trama.
¿Cómo se despliega la vida de los sectores populares en una urbe como Mumbai? Lejos de aportar a la presencia impune de la miseria, el hambre y la muerte que muchas películas han utilizado para venderse más que para reflexionar sobre el dolor, el realizador deja fluir aquí la vida a lo largo de los espacios para dar cuenta de una realidad que impone sobre la vida de los protagonistas soledades, falta de tiempo, de espacios de encuentro, de posibilidad de diálogo. Amor a la carta es una muestra del cine popular indio que lejos de Bollywood también tiene interesantes propuestas.