Anida es una muchacha desesperanzada vive en un circo flotante junto a su mejor amigo, el sapo Vicente. Este espectáculo ambulante navega mares bajo el despótico mando de la inflexible Madame Justine, dueña de la feria itinerante. La llegada del náufrago “mago” Fígaro motivará las ansias de libertad, dormidas por demasiado tiempo, de todos los confinados a satisfacer los caprichos de la malvada señora. La protagonista es víctima de una brutal paradoja: siendo vidente tiene la facultad de leer el futuro en las manos de las personas aunque, presa de un hechizo, es incapaz de conocer su propio pasado. El largometraje comienza con el amarre del circo en el puerto de La Boca y el Río de la Plata estará siempre presente como trasfondo mágico del relato fantástico. Sin destacarse por la originalidad en su contenido, tiene los elementos más usuales de los clásicos infantiles: la sufriente heroína, el príncipe heroico, las tres tías, la villana sin remedio, y demás etcéteras. Los personajes no admiten matices ni desarrollo pero la película satisface en el manejo que realiza de los mismos, destacándose el tipo de animación escogido para la producción. Este se basa en la técnica llamada “2D cut out”, la cual posibilita el pintado a mano de fondos y vestuario de personajes con acuarela o acrílico y posterior aplicación en forma digital. Es notable el uso (sin abuso) que se hace del repertorio musical. Las composiciones asoman con destreza en el momento justo, como vínculo entre escenas, y con la duración precisa sin llegar a ser repetitivamente monótonas. “Anida y el circo flotante” es una singular propuesta artística bien lograda que opta por frecuentar recursos más propios de la literatura y la plástica que aquellos más específicos de la cinematografía más convencional. (M.S)