A lo largo de 10 años la montajista Lía Dansker, correntina, fue registrando las procesiones a caballo y las fiestas del 8 de enero en memoria del Gauchito Gil, cerca de Mercedes. Lo hizo siempre del mismo modo, con largos travellings que permiten apreciar la enorme variedad de gentes y actividades que hay en ese día, el basural de bolsas de polietileno que dejan, y los hermosos cielos de esa tierra. Y mientras vemos esto, la banda sonora nos entrega riquísimos comentarios, a veces contrapuestos, de diversas personas.
Así escuchamos distintas versiones de la historia del santo, y de qué facción política habrán sido sus asesinos. Dansker no toma partido. Por algo su obra se titula seca y objetivamente solo con el nombre de la persona. Escuchamos también los relatos de quienes vivieron o presenciaron algún milagro, y lo cuentan con la segura y simple sencillez del verdadero creyente. Peones, curas, estancieros, vecinas, un exintendente que ya en su momento alertó contra el comercio, todas personas grandes, que saben cómo era aquello cuando sólo había una cruz (de color azul, recuerda una vieja) y un jarro que los fieles iban llenando de monedas. Quien necesitaba, prendía una vela y rezaba en agradecimiento al gauchito. “Y siempre volvía a estar lleno. Y nadie, nadie, nadie administraba”. Muy buen documental, muy bien hecho. Se ignora por qué tardó siete años para estrenarse.