“Arrieros”: postales de un mundo que muere
En la ficha técnica de «Arrieros», donde figura la palabra Elenco, dice «Familia de Manolo y Rosita, Cajón del Maipo». Deducimos rápidamente que se trata de una familia, pero, ¿quién es Cajón del Maipo? Correspondería preguntar qué es. Pero sus habitantes lo sienten como quién, porque, para ellos, vive. Y ellos viven en él, en la parte más alta. No todos pueden. De hecho, esta película fue rodada solo durante el verano.
En verano van los turistas. Pocos kilómetros más abajo hay cabañas, paseos, casas de té, una ruta asfaltada. Siglos atrás hubo indios, en 1817 un brazo del ejército sanmartiniano enfrentó las fuerzas realistas, en 1986 varios ultras tirotearon un convoy de autos blindados donde viajaba Pinochet. Cinco cabos murieron, y se decretó estado de sitio. En todos esos casos, en todo ese tiempo, el lugar ha seguido indiferente.
Enorme, abismal en algunas partes, acogedor en otras para quien sabe cómo arreglarse, con los cóndores volando bajito sobre el viajero y los pedregullos resbalando bajo las patas del caballo. Sol fuerte, piedra y ventolera, esa es la vida cajón adentro. Y ahí tienen su ranchito don Manolo, Rosita, y los suyos.
Juan Baldana, que ya había convivido con una tribu amazónica en «Soy Huao», convive ahora con esa familia cordillerana. Respetuoso, graba sus actividades cotidianas sin inmiscuirse para nada. Y nos deja entender ciertas cosas, sobre el hombre, la naturaleza, y el paulatino acercamiento de la civilización con sus tentaciones. Apenas a dos horas de auto está Santiago de Chile. Pero es otro mundo. El de los arrieros y puesteros de montaña nos parece más sano. Sin embargo, ¿se mantendrá igual al cabo de unos años, como se mantienen las moles andinas? El próximo documental de Baldana es sobre un pescador nordestino cuyos seres queridos ya se instalaron en los costados de una gran ciudad.