La quinta película del realizador de “La vida útil” es una muy original, extraña y divertida comedia negra acerca de un hombre que manejaba, desde el paraíso fiscal uruguayo, grandes cantidades de dinero en la peligrosa década del ’70. Con excelentes actuaciones de Daniel Hendler y Dolores Fonzi.
Uno podría decir que ASI HABLO EL CAMBISTA es la versión uruguaya de EL LOBO DEL WALL STREET. Humberto Brause, su protagonista, es un hombre inescrupuloso cuyo único objetivo es la acumulación de dinero. Un cambista que, con el correr de los años, se va enredando de una manera entre absurda y peligrosa con más y más cantidades de dólares y personajes cada vez más raros y complicados. Pero lo de “versión uruguaya” no tiene que ver solamente con el cambio de locación entre la película de Martin Scorsese y la del director de LA VIDA UTIL, sino con el tono y el tempo que se maneja aquí, una suerte de comedia negra, un tanto absurda y bastante tanguera, que toma una situación absolutamente realista y la lleva a un terreno casi de historieta.
Un casi irreconocible Daniel Hendler –con una importante prótesis dental que le cambia hasta el modo de hablar– es el tal Brause y su relato en primera persona con referencias bíblicas también son, a su modo, scorseseanos. De entrada nos ofrece aquella historia de Jesús echando a los mercaderes del templo. “El lo había entendido –dice Brause, en off–. Los cambistas somos el origen de todos los males”. Si uno espera que a esa secuencia le siga la de un gran atraco o un negocio de impactante volumen se topará con todo lo contrario: una pareja de viejitos guardando dólares en una caja de seguridad. Sí, la versión rioplatense de los grandes negociados internacionales.
Pero pronto todo eso cambiará y, a su manera, ASI HABLO EL CAMBISTA se volverá también una historia en la que se mueven enormes cantidades de dinero y en las que se mezclan políticos uruguayos, militares y Montoneros argentinos, terratenientes y mafiosos brasileños y los viejitos en cuestión, solo que ahora transformados en parte de un gran negocio de lavado de dinero. La película arranca en Montevideo, en 1975, pero apenas Brause se presenta y explica en qué consiste su trabajo (algo que los argentinos, tristemente, conocemos muy bien), Veiroj retrocede a 1956 para mostrar los inicios del joven Humberto en la casa de cambios de Schwensteiger (Luis Machin), un veterano y respetado cambista, que tiene una hija llamada Gudrun (Dolores Fonzi), que atrae al joven y ambicioso Brause. A algunos les llamará la atención que sean los mismos actores los que hagan de sí mismos en versión adolescente, pero créanme que en el tono discretamente farsesco que maneja la película eso funciona a la perfección.
ASI HABLO EL CAMBISTA se centrará en el crecimiento de Brause en el rubro y en su cada vez mayor distancia con cualquier idea parecida a la ética. Brause es la clara muestra de que, para ciertas personas, la posibilidad de juntar más y más dinero hace desaparecer cualquier prurito posible. Pero él no es el único que cree que el dinero es la única religión que cumple sus promesas. Casi nadie parece quejarse de sus turbios manejos ya que casi todos utilizan sus servicios y aprovechan sus trucos y trampas. El primer y gran quiebre se produce ya en los años ’60 cuando Humberto decide empezar a manejar dineros no del todo limpios de personajes del gobierno uruguayo y eso lo hace tomar distancia de su más correcto suegro. A esa altura ya está casado con Gudrun, con la que tiene una relación que parece más utilitaria que otra cosa. A tal punto es de fría y profesional que él le confiesa un affair como si nada. A ella parece no importarle demasiado pero la venganza, dicen, es un plato que se sirve frío.
El centro de la película transcurrirá en los ’70, con Uruguay convertido en paraíso fiscal para dineros mal habidos de argentinos y brasileños. A Brause acudirán guerrilleros con bolsas de dinero y milicos con intenciones de adueñárselas y él buscará la forma de quedarse con esa plata como sea, aún arriesgando su vida metiéndose en un conflicto que parece quedarle grande. Pero, en sus torpes y por momentos absurdas formas, a veces logra salirse con la suya. Más complicada la tiene en su costado personal ya que ni la mujer ni los hijos parecen prestarle demasiada atención. Y cuando la salud empiece a jugarle malas pasadas, las cosas por ahí se complicarán de maneras inesperadamente graciosas.
ASI HABLO EL CAMBISTA es un film político que cuenta la historia latinoamericana (centrándose casi exclusivamente en Uruguay, Brasil y Argentina) desde un ángulo y con un tono que no estamos acostumbrados a ver. No es una película militante ni nostálgica ni de revisionismo histórico y ni siquiera un thriller acerca de las situaciones más duras de la historia rioplatense. Es una ácida comedia sobre el dinero, el material que hace mover a la enorme mayoría de los políticos de estas latitudes, más allá de las banderas que digan representar. Que un mismo y enorme flujo de dólares sea disputado por guerrilleros, empresarios, congresistas, militares y mafiosos habla a las claras de que el único color que importa en la política es el verde. Y que lo demás es, por usar un término rioplatense, para la gilada.
Y lo que habilita ese juego, esa diferencia, es la forma tan particular de Veiroj de presentar ese mundo. Con un vestuario, una dirección de arte y un estilo actoral que estira a lo imposible los límites del realismo pero sin volverse necesariamente ni grotesco ni costumbrista, el director de EL APOSTATA juega su juego en un terreno muy personal, que solo se me ocurre compararlo con el de la historieta, o el de ciertas películas de los hermanos Coen, especialmente EDUCANDO A ARIZONA o UN HOMBRE SIMPLE, y hasta algunos de los experimentos de ficción salvaje de la escuela El Pampero (Llinás, Moguillansky). Y si bien el propio Veiroj tiene referencias más oscuras o refinadas (les recomiendo que vean algunas comedias del estudio británico Ealing para darse una idea del estilo) al espectador le quedará siempre la sensación de estar viendo una versión estilizada y burlona de la historia (presten atención a Moacyr, el personaje “brasileño” que hace Germán de Silva), con altos momentos cómicos y otros de una importante –aunque disimulada– carga dramática.
Hendler es el protagonista excluyente de la historia y el personaje le permite ofrecer su mejor actuación en muchos años, un tipo que puede ser a la vez un pusilánime un tanto patético y un jugador importante en el tráfico de dinero entre pesos pesados de la política de los ’70. Fonzi y Machín, en roles menos desarrollados, le agregan a la película una mirada externa, lateral, de gente que se pretende más refinada (los momentos musicales merecen una crítica aparte) pero que se ve igualmente enredada en la suciedad del lavado de dinero. Volviendo a la comparación temática con varias películas de Scorsese, ASI HABLO EL CAMBISTA se ubica en ese lugar incómodo en el que se ve que tanto el director como el protagonista tienen una relación de amor/odio con el fascinante y peligroso mundo en el que se mueven, del que dicen querer escaparse pero en el fondo no pueden vivir sin él. Y Humberto Brause –como Henry Hill en BUENOS MUCHACHOS, Sam Rothstein en CASINO o, claro, Jordan Belfort en EL LOBO DE WALL STREET— es un tipo que descubre, finalmente, que la añorada tranquilidad no es otra cosa que un lugar bastante monótono en el que nunca pasa nada. Y en donde no se puede siquiera tomar un buen café.