Ópera contemporánea
La novela de Juan Gruber en la que se basa esta película homónima habla de Humberto Brause, un personaje que al estilo de Michael Corleone se inmiscuye en actividades delictivas superando límites éticos y morales de su tutor para ascender en el poder. Humberto no es un matón ni un asesino, sin embargo su rol de cambista le brinda el mismo poder y dinero que al emblemático mafioso. Los hechos narrados datan de la década del 70 pero parecen suceder hoy.
Humberto Brause (un genial Daniel Hendler en la mejor interpretación de su carrera) trabaja con Sr. Schweinsteiger (Luis Machín) en una financiera. Aprende los gajes del oficio y le propone matrimonio a su hija Gudrun (Dolores Fonzi). Uruguay es un paraíso fiscal para Argentina y Brasil en tiempos de dictaduras militares y el hombre se dedica a cambiar dinero para dejarlo en un lugar “seguro” por un porcentaje. Pero su jefe no se anima a trabajar con políticos “son poco confiables” le dice. Y él, como todo oportunista, no pierde el tiempo y traza el negocio a espaldas de su suegro. Su reputación crece y termina siendo muy solicitado en el mercado. Claro que todo tiene un límite, y esa misma ambición que lo hizo crecer también será su perdición.
Federico Veiroj (La vida útil, El Apóstata) emplea una serie de recursos estilísticos que enriquecen la lectura del relato. Las asociaciones bíblicas brindan un aire operístico a la historia, con un inicio en el que un jesucristo enfurecido pelea con mercaderes. Una música entre lírica y de bandoneon se adueña del relato, y vemos en distintos episodios al protagonista cantar en el coro de la Iglesia a modo de catársis. La historia es relatada por el propio Humberto que denomina a los cambistas como "el origen de todos los males". No hay un valor puesto en su actividad, sino que se autodefine pecador. Ese pecado lo acompaña en su periplo como una enfermedad de la que no puede librarse. Pero de manera inteligente la película corre al cambista del centro de las acusaciones y encierra en su crítica a todo el sistema financiero.
Así habló el cambista (2019) puede entenderse como una fábula social con tintes de farsa. Su humor absurdo impregnado en todas las películas de Federico Veiroj le da a esta historia un aire irreal, cómico burlesco. Su personaje principal se autopercibe pecador y producto de la sociedad que lo engendró, como una suerte de consecuencia nefasta de los vaivenes del poder. Con ese karma narra su historia. Esta característica hace que la película funcione en dos líneas argumentales: la de la crítica social bien actual, y la del cuento fantástico con mensaje moral. Ambos caminos llegan al mismo fin, el sabor agridulce de su patético protagonista y la sátira social.
A diferencia de Michael Corleone Humberto Brause no es un tipo que se hace respetar en el mundo del hampa. Es un tipo despreciable que adquiere poder estafando, traicionando y mintiendo a todo el que lo rodea, sean clientes o su propia mujer. El hombre es un miserable de la peor calaña pero humano a la vez y eso lo vuelve querible, así lo describe el film y así se autopercibe, por eso lo vemos escabullirse en vez de enfrentar a quién lo desafía. El foco de este film enviado por Uruguay a los próximos premios Oscar, está en criticar el sistema que lo dejó crecer y transformarse en un tipo poderoso.
Así habló el cambista es una ópera contemporánea que tiene la capacidad de denunciar sin subrayar, sin acusar con el dedo. Con una historia simple y eficaz se teje la maniobra fílmica que, como la fuga de capitales, parece compleja pero es más sencilla y habitual de lo que podría suponerse.