El (c)olor del dinero
Así habló el cambista es una coproducción argentino uruguaya alemana con la dirección de Federico Veiroj y guion de Arauco Hernández Holz, Martín Mauregui y F. Veiroj. El contexto histórico, bien planteado y muy bien logrado a través del arte y vestuario como de los efectos que reconstruyen las locaciones de época, un momento en que todo parecía aún por hacerse en las cuevas de dinero con origen desconocido o poco claro y en el que no todo se sabe a la velocidad del rayo como hoy, ayuda a que Schweinsteiger sostenga con éxito una casa de préstamos pero también un lugar que se ocupa de lavar dinero, preferentemente.
Basada en la novela del uruguayo Enrique Gruber, Así habló el cambista (1979) cuenta la historia de Schweinsteiger, un exitoso financista, quien maneja una amplia cartera de clientes. No cuenta con que, cuando confíe en un nuevo “cadete”, este se quedará con todo lo que le importa en la vida. Es así que se casará con su hija (Gudrun, Dolores Fonzi) y luego con todo lo que logró al frente de su negocio.
La audacia inicial del personaje de Daniel Hendler se torna un poco confusa momentos después (y a lo largo del resto de la película, prácticamente) en que Humberto Brause comienza a confiar más y a tomar más poder sobre lo que lo rodea, en ese nuevo mundo en que se encuentra bastante a gusto.
Lo que se vuelve oscuro, casi como la mayoría de los decorados y ambientación, en tonos opacos en general, es la amenaza de matones y amenazas sin nombre a las que Brause deberá enfrentarse, porque, bueno, el dinero nunca es suyo ni de nadie, parece ser, hasta que vienen por él. Pareciera que el trasfondo del sistema financiero que se maneja por las cloacas, el que apenas imaginamos, es así, y queda expuesto en la historia.