Yo no sé si habrá que irse acostumbrando a que en la Argentina, el mal llamado cine de autor y peor relacionado con el cine independiente, será el característico de nuestro país.
Como fuere, sería interesante una mejor distribución, pero este tema es harina de otro costal.
El estreno de la segunda realización de Marco Berger, “Ausente”, supone un subrayado de esta tendencia, pero luego ¿qué es el cine argentino hoy? Amalgamarlo como industria resulta imposible, y películas como esta hace raro un análisis si no se la coloca en un contexto especial.
La producción viene acompañada del dudoso premio Teddy a la mejor película de temática gay. ¿Hace falta esta diferenciación a esta altura del siglo?
“Ausente” es un interesante drama psicológico decorado con algunos elementos del misterio. Narra la historia de Martín (Javier De Pietro), un alumno secundario enamorado de Sebastián (Carlos Echevarría) su profesor de gimnasia. Martín se lastima en clase de natación y el profesor lo lleva al hospital. Aquí hay que comprar la idea de que en un colegio privado sea el profesor quién debe "hacerse cargo" del chico, sino todo resultará inverosímil.
Digamos que, involucrado por la circunstancia, Sebastián se siente obligado a no dejar a su alumno solo y lo lleva a la casa pero, como aparentemente su abuela no está, siguen juntos hasta el día siguiente. En todo este contexto se va sugiriendo una mezcla de erotismo sutil con aires de thriller que llevan al espectador a sospechar en todo momento que algo raro hay en esta atmósfera.
La narración se mete en un embrollo cuando roza peligrosamente el estado de verosimilitud de sus personajes como, por ejemplo, la mencionada responsabilidad del colegio, o cuando Martín se acerca al profesor mientras duerme. Es clara la intención de jugar a las fantasías sexuales en medio de un clima incierto, y es de hecho el factor en donde la realización se apoya para tratar la temática en cuestión.
Desde el punto de vista cinematográfico, hay decisiones de la puesta en escena que hacen pensar más en un capricho del director que en un verdadero trabajo de la dirección de arte, por ejemplo las fotos pegadas en las paredes del dormitorio de Martín Por eso, la psiquis del personaje principal sólo tendrá sentido si el espectador se focaliza únicamente en la relación de ambos. Una vez que el espectador compre la idea, la película irá profundizando la incertidumbre proponiendo una dualidad entre la inocencia del despertar sexual y una leve psicopatía.
El final abrirá otras posibilidades de lectura, pero para entonces la decisión del gusto personal estará tomada.
Los rubros técnicos cumplen bien. En especial la fotografía. El sonido en la proyección del Malba fue correcto, pero llama la atención un molesto subtitulado en inglés que puede resultar una distracción para quienes tienen el acto reflejo de mirar la zona inferior de la pantalla cuando aparecen letras. Esto último lo menos es que resulta insólito por tratarse de una producción Argentina, país donde el único idioma oficial es el español.