Aquí no hay quien viva
El nombre sugiere que se trata de una secuela de Cloverfield (2008), la película de terror que simulaba el ataque de un monstruo gigante en Nueva York a través del lente de una camarita en mano. Sin embargo Avenida Cloverfield 10 (10 Cloverfield Lane, 2016) está apenas tangencialmente vinculada a su tocaya. Ambas comparten la idea de un súbito y misterioso cataclismo entrevisto desde la periferia, pero recorren caminos muy diferentes.
Michelle (Mary Elizabeth Winstead) sufre un accidente automovilístico y despierta con una pierna rota encadenada en un búnker subterráneo. Su captor y profeso rescatista es Howard (John Goodman) quien insiste en que el país acaba de ser atacado, no se sabe por quién, y contaminado, no se sabe con qué, pero no es seguro salir a la superficie. Y que Michelle está atrapada con él (y su asistente Emmett, John Gallagher Jr.) por fuerza mayor, por tiempo indeterminado y por su propio bien.
Es el comienzo de una incómoda convivencia, un triángulo de dependencia y desconfianza entre Howard, Michelle y Emmett. Howard quiere ganarse la confianza de Michelle, Michelle quiere escapar de su cautiverio y Emmett es el peón en el medio que puede ser movido para un lado u otro – está con Howard por defecto, pero Michelle aprende rápidamente a manipularlo.
El tema de la historia es la incertidumbre, y lo que la hace tan atrapante es la forma en que el conflicto se va desplazando de un nivel a otro – interno, externo, situacional – sin jamás perder de foco la temática. Es un thriller bastante agobiante porque los personajes saben lo que quieren inmediatamente, pero lo único que los detiene de actuar es el enigma que presenta la figura del otro, del mundo exterior. Se malabarean tantas verdades y mentiras que nunca se sabe dónde termina una y empieza la otra; ni bien se contesta una incógnita surge otra aún más nefasta.
Las tres actuaciones son competentes (Mary Elizabeth Winstead se ha convertido en una “Final Girl” bona fide) pero el que se destaca es John Goodman. En cierto sentido su papel es el más importante, le toca mantener el aire de misterio y amenaza de la película aún dentro de la supuesta seguridad del búnker. Aún cuando proyecta su típica cordialidad bonachona, Goodman transmite una sensación de perturbación y peligro insólitos.
El director es Dan Trachtenberg; ésta es su ópera prima. El guión viene de la mano de Damien Chazelle, escritor y director de Whiplash, Música y Obsesión (2014) – otra película atípica con la intensidad de un thriller – y sus co-guionistas Josh Campbell y Matthew Stuecken. El guión está escrito con un minucioso cuidado de todo lo que es promesa y saldo, plantando elementos o ideas que repercutirán más tarde pero sin que sepamos bien cómo o cuándo. La parte más floja (y controvertida) de la trama llega al final, que es difícil discutir sin arruinar. Suficiente decir que se traiciona a sí misma al cambiar las reglas del juego durante el tercer acto. O mejor dicho, inventar un cuarto acto e ignorar el cierre perfecto que hubiera tenido el tercero.
Queda la duda del título. Si Avenida Cloverfield 10 significa el comienzo de una serie de historias macabras onda La dimensión desconocida (The Twilight Zone, 1959-1964) unidas bajo el nombre “Cloverfield”, bienvenida.