Disparates y extorsiones
“Avenida Cloverfield 10” es una sorprendente opera prima de Dan Trachtenberg.
Hace quince días se estrenó La bruja, una película de terror a la que sus detractores le endilgan peyorativamente el mote de qualité y a la que otros ven como el mejor estreno de terror en mucho tiempo; en todo caso, se trata de una película de ese género tan fatigado que resulta singular y diferente. Hoy se estrena otra película de terror que, sin una aproximación tan esforzadamente artie y más cercana a los tópicos clásicos del género, logra como resultado algo aún más original que el de La bruja. El cine de terror está vivo y nos sigue regalando muertos.
El caso de Avenida Cloverfield 10 es extraño, porque es una falsa secuela de Clovefield, la película de found footage tan exitosa de 2008 con guión de Drew Goddard y producción de J.J. Abrams. El proyecto era pequeño, un guión de los casi debutantes Josh Campbell y Matthew Stucken que cayó en manos de la productora de Abrams y en el proceso de producción se les ocurrió transformarlo en parte de la incipiente franquicia de Cloverfield.
Michelle (Mary Elizabeth Winstead) tiene un accidente en su auto y se despierta herida, encadenada a una pared en un sótano desconocido. El captor es un tipo que parece estar loco, Howard (John Goodman). Dice que él la rescató de su accidente y que no pueden salir porque hubo un ataque alienígena y el aire está contaminado. En esa especie de búnker hay otro hombre que también está herido. Emmett (John Gallagher, Jr.) también está ahí refugiado. ¿Es otro secuestrado? ¿Es otro de los captores? ¿O es verdad que hubo un ataque alienígena?
La película cabalga entre el thriller de encierro con tres protagonistas, uno de ellos un psicópata, y la ciencia ficción de invasión extraterrestre al estilo Señales y tantas otras, pero la clave está en que no sabemos cuál de las dos películas estamos viendo casi hasta el final. Esto hace que, de alguna manera, estemos viendo las dos al mismo tiempo, y el guión de Josh Campbell y Matthew Stucken juega con inteligencia tocando las teclas de cada uno de los géneros alternadamente, para desorientarnos.
Pero si hasta el último punto de giro la película viene resultando ingeniosa, es en los últimos diez minutos en los que explota por completo. Avenida Cloverfield 10 se transforma en otra cosa, ambiciosa, disparatada y, sin temor al ridículo, llega a un final que promete mil secuelas. En un punto, parece un extraño caso de reboot después de una primera película exitosa.
Quizás el único punto flojo sea John Goodman, uno de esos actores que portan el sello de cool (como Bill Murray) y que están perfectos en comedia pero que en este caso no termina de transmitir sensación de amenaza, pese a que por momentos el director -también debutante- Dan Trachtenberg juega con esa ambigüedad entre el psicópata y el gordo tierno. Lo cierto es que le falta unas cucharadas de psicópata.
Mary Elizabeth Winstead, en cambio, es la heroína que esta película necesitaba, y, si continúa la franquicia, tiene todo para convertirse en la Teniente Ripley del siglo XXI.