Un Thriller de ley.
En 2008, cuando todavía el found footage se presentaba como voluntad formal para reflexionar sobre los medios digitales y más aún, sobre la digitalización, se estrenaba Cloverfield, uno de los mejores exponentes de la nueva etapa del género. Cloverfield estaba dirigida por Matt Reeves, un tipo cuya formación había sido casi exclusivamente televisiva. Ocho años después se estrena Avenida Cloverfield 10, secuela de aquella y opera prima de Dan Trachtenberg. El punto en común entre ambas obras, más allá del universo que comparten, es J.J Abrams.
Quedan muy pocos productores de esos que cuidan su nombre como una marca, cuidando obsesivamente la calidad de sus productos y utilizan la producción para generar un sistema que refleje sus reflexiones y obsesiones recurrentes. Abrams es uno de ellos. Cada vez que se ve el logo de Bad Robot se asiste a una pieza que ocupa un lugar específico dentro del universo simbólico de Abrams y Avenida Cloverfield 10 es tal vez el rincón más pesimista y oscuro dentro de ese mega relato que viene construyendo en sus producciones y que corre en paralelo al que construye como director.
El film se desarrolla principalmente dentro de un bunker comandado (digo bien, comandado) por Howard, un John Goodman tan grande corporal y dramáticamente que desborda la pantalla con cada gesto. En el mismo lugar están Michelle (Mary Elizabeth Winstead) quien fue llevada al lugar luego de sufrir un accidente automovilistico y Emmett (John Gallagher Jr.), constructor del refugio. El celular, objeto que se presentaba como última posibilidad de registro histórico en el film del 2008 es obsoleto y el afuera es una incógnita. Tal vez haya habido un ataque, tal vez no. Esa incertidumbre convierte el exterior en caos. Tres actores, un espacio reducido y un fuera de campo enorme que abarca al film del 2008, a Lovecraft (cuya Llamada de Cthulhu es mucho más que un libro en la biblioteca de Howard) y relaciones entre el presente y pasado de los personajes que no sería conveniente revelar.
Es en films así, donde un gesto explica un pasado y un dialogo pone en juego las posibilidades futuras, no ya de los personajes sino de la humanidad misma, donde el cine se reconcilia con su pasado clásico. Avenida Cloverfield 10 construye un universo autónomo en donde las certezas no existen, juega como pocas con la cabeza del espectador arrastrandolo hacia lugares en donde la mayor parte del tiempo no le va a gustar estar. Esa, hoy en día, es una posición politicamente incorrecta. Todo en el mundo actual, nos invita a la comodidad, al fitness de cinco minutos diarios, al yoga por youtube, al trabajo desde casa, a la comida lista, a la reunión por Skype y al cine que reconforta con su previsibilidad. La publicidad del film, una de las más efectivas del último año, consistió en no avisar que la película se estaba filmando y presentar un sólo trailer antes de la proyección de 13 Horas de Michael Bay. Las redes sociales explotaron con tweets de espectadores que dejaron de ver el tanque de Bay para preguntarse sobre lo que acababan de ver. La incomodidad de lo inesperado, de lo no previsible. Esa estrategia esta intimamente relacionada al sentido del film.
Avenida Cloverfield 10 es tal vez el rincón más pesimista y oscuro dentro de ese mega relato que Abrams viene construyendo en sus producciones.
Avenida Cloverfield 10 porque busca hacer entender que el camino correcto a veces es el dificil. Se puede pensar que lo muestra de manera muy gráfica pero parece que es la unica forma de que se entienda (y quizás ni siquiera). Desde Fringe hasta 11/22/63 las producciones de Abrams vienen siendo bastante claras respecto al futuro y cuál es el rol humano al respecto. Pero el futuro es sólo la temática que mejor enmarca la verdadera obsesión de J.J. La pregunta sobre que es lo que hace humanos a los humanos.
La opera prima de Dan Trachtenberg maneja el ritmo cinematográfico en su sentido más profundo, tiene una perfecta dosificación de la información y siempre se mantiene fiel a su propia estructura. Esto último hace que esta sea una obra chica, muy chica, que no es mejor simplemente porque no quiere, pero lo que cuenta y como lo cuenta no tiene fisura alguna.
Avenida Cloverfield 10 es un incomodo juego de hipotesis que mantine la tradición del Thriller clásico, aquel que desde su propio origen etimologico (to thrill) tiene como objeto el estremecimiento profundo.