Ni secuela ni precuela o spinoff, Avenida 10 Cloverfield es más bien una suerte de "continuación espiritual" de su anterior película casi homónima. Y eso es, realmente, algo bueno. Sucede que el found footage, ya en uso (y abuso) para su momento, hoy se encuentra por demás gastado. Consciente de ello quizás, el director debutante Dan Trachtenberg concentra su mirada en una narración clásica, llena de suspenso con recursos limitados (pero muy nobles), y un ritmo heredero del mejor Hitchcock.
Conviene no revelar demasiado acerca de la trama, pero se puede mencionar, cuando menos, que todo sucede casi excluyentemente en un ambiente cerrado, pequeño, donde una joven se ve obligada a vivir junto a dos hombres aislados del mundo. Uno de ellos, el más joven, quizás algo engañado por el otro al igual que ella, y el otro, el mayor y más robusto (un aterrador John Goodman), por motus propio y convicción de una serie de ideas entre paranoicas y absurdas.
Los giros que la trama encuentra en situaciones de extrema tensión abundan en suspenso, y la protagonista, Mary Elizabeth Winstead, lejos del rol de "damisela en apuros" crece hasta límites insospechados, escapándole al mote de "víctima" para convertirse en heroína.
Avenida Cloverfield es una grata sorpresa en un mar de tanques hollywoodenses que ya parecían haber olvidado como sorprender.