Hay veces que una película se termina convirtiendo en una grata cuando, principalmente, el nivel de expectativas sobre la misma es casi nulo, y que puede generarse por una venta del producto previa que no convoque a que el mismo sea elevado o con un nivel de entusiasmo acorde.
Si “Avenida Cloverfield 10” (USA, 2016) de Dan Trachtenberg, posee alguna referencia con “Cloverfield” de J.J. Abrams, es justamente la posibilidad de disfrute a partir de una secuencia que se genera por la falta de conocimiento sobre el producto y la contundencia que finalmente se termina ofreciendo.
Aquello que no se mostraba en la película de Abrams, acá se potencia en la historia de una joven (Mary Elizabeth Winstead) que decide separarse de su novio y en el viaje de regreso, capturado con imágenes aéreas que hablan de una espacialidad inmensa que se confrontará con su nueva realidad, tras tener un accidente automovilístico despierta encadenada a un caño en una oscura habitación.
Los minutos y la incertidumbre se suceden hasta que aparece un hombre (John Goodman) con algunas explicaciones, que no terminan de convencerla a Michelle sobre una catástrofe mundial para la que el confinamiento será la única respuesta ante la misma.
Pero Michelle duda, porque ese búnker tienen más preguntas que información precisa sobre aquello que hay más allá de ese lugar y que en la boca de Howard (Goodman) suenan a mentiras más que a verdades.
Pero Michelle no estará sola en su confinamiento, la acompañará Emmet (John Howard Gallagher, Jr.), un vecino de Howard, que pidió asilo en el lugar ante la inevitable catástrofe que se avecinaba, sin saber si aquello que decidió para sí mismo sería algo bueno y malo.
Entre ambos tratarán de dilucidar si detrás de las estrictas rutinas de Howard hay algo más que una mentira, por lo que decidirán unir fuerzas y armar un plan que les posibilite escapar sin que éste se dé cuenta del mismo.
Claro está que para lograrlo deberán ganarse la confianza del carcelero, por lo que de una primera etapa asfixiante, plagada de referencias a clásicos del género ya como “Misery” o “La habitación del pánico”, luego, a partir de actividades lúdicas y el compartir mucho más que momentos e instancias juntos, el filme vira hacia un lugar mucho más luminoso que el oscuro planteado en el inicio.
Luego el desastre, la confirmación que el afuera es exactamente tal cual como lo describía Howard, por lo que el plan deberá ser llevado con urgencia no sólo para escapar de sus garras, sino también para poder saber realmente qué pasa afuera.
En esas transiciones y en la potenciación de los conflictos estructurales entre el trío protagónico, el hábil guión va cambiando de rumbo y de géneros, con una naturalidad y firmeza notables para este debut en la pantalla grande de Trachtenberg.
La multiplicidad de referencias y la solvencia de los actores, además, dotan el verosímil necesario para que “Avenida Cloverfield 10” instaure su propio discurso, más allá de las claras insinuaciones a otros productos, y termine por construir una de las propuestas más interesantes del género de los últimos años.