Los directores Lucas García Melo y Juan Mascaró, inspirados en la experiencia de los hermanos Taviani en “Cesar debe Morir” realizaron una experiencia límite y poderosa. Tomaron el caso de una suerte de “Robin Hood” tucumano, a cuya tumba aun acuden muchos para las flores, las velas y las promesas. El caso del título del film, Andrés Bazan Frías que comenzó robando comida para repartir entre sus vecinos, condenado a prisión por un asesinato, escapa de la cárcel se transforma en el hombre más buscado de la provincia y finalmente lo matan en 1923 convertido en una leyenda que perdura. Los directores decidieron, a un siglo de su muerte, realizar un taller con los internos del penal Villa Urquiza de Tucumán. Y durante ese proceso, surge siempre el testimonio, las identificaciones, definiciones de mundo tan distinto al nuestro, interacciones, historias personales. Un rico registro realizado en una cárcel superpoblada donde esos reclusos encuentran un espacio de libertad creativa y alivio que apura las confesiones