El documental Bazán Frías, elogio del crimen de Lucas García y Juan Mascaró presenta una recreación de la vida del delincuente, pero también la realidad que viven los presos hoy en día.
Los internos del penal de Villa Urquiza en Tucumán deciden formar parte de un taller de realización para recrear en una película la vida de Bazán Frías. El “Robin Hood tucumano”, que vivió a principios de 1900, robaba comida para repartirla en su barrio, fue preso, se escapó y finalmente fue asesinado por la policía cuando intentaba escapar.
El documental mezcla efectivamente diversos momentos en la vida de Bazán recreados por los presos del penal, una relación amorosa que tuvo, las peleas dentro de la cárcel, las torturas por parte de la policía y su posterior escape.
Pero a la par, los directores escuchan las anécdotas de aquellos que viven la realidad de la cárcel, las amistades que han encontrado adentro pero también esta delgada línea entre el encierro y la “libertad” que intentan asumir.
También hay algunas anécdotas de familiares y gente de la localidad que creen en el mito de Bazán Frías. Una especie de santo al cual le prenden velas y le piden salud y trabajo.
Es interesante ver cómo la poca información sobre un delincuente puede generar todo un prejuicio alrededor pero, a la par, también resalta este mito que se genera a partir del misterio.