El documental de Lucas García y Juan Mascaró dedicado a Andrés Bazán Frías, conocido como el "Robin Hood tucumano", tiene tramos muy poderosos pero también cierta desorganización en la narración que los opacan. El foco narrativo pierde su eje debido a la ambición por desarrollar en poco más de una hora la historia de este personaje de fines del siglo XIX y también reflexionar sobre el crimen, sus orígenes y consecuencias.
El mayor valor del film es el registro del taller de teatro integrado por un grupo de internos del penal de Villa Urquiza, que ponen en escena una representación de la vida de Bazán Frías al tiempo que reflexionan sobre la criminalidad.