Narrado con precisión –no hay tomas de más–, en el tiempo justo y con humor asordinado, es un pequeño gran film.
Menos drama que comedia, en realidad, muy cercano al tono de su film anterior “El Apóstata”, Veiroj narra el tema esencial del arte: cómo dedicarse a la creación y combinar tal cosa con la vida cotidiana, con la paternidad, con las necesidades de todos los días.
Aquí hay un artista (el Belmonte del título) y una serie de dilemas que ponen en cuestión el sentido de la vocación. Narrado con precisión –no hay tomas de más–, en el tiempo justo y con humor asordinado, es un pequeño gran film.