Siguiendo el mismo registro que en sus trabajos anteriores y en una perfecta sintonía con “Acné” y “La vida útil” y quizás un poco más distanciada de “El Apóstata”, la nueva película del director uruguayo Federico Veiroj se mete de lleno, a través de la figura de su protagonista, el Belmonte del título, en la crisis de los ’40 (y tantos…).
Los hombres en crisis es un tema permanentemente revisitado en la literatura, en el teatro y el cine, obviamente, no es la excepción.
Desde el Lester Burnham de Kevin Spacey en “Belleza Americana” y la desoladora mirada de Sam Mendes; la crisis embebida por los viñedos de “Entre Copas”; los personajes cuarentones de Cesc Gay en “Una pistola en cada mano” “Ficción” y hasta en “Truman”; el solitario con un tono más oscuro encarnado por Joaquín Phoenix en “Her” de Spike Jonze y sin ir más lejos hace un par de semanas con el estreno de “Con este miedo al futuro” de Ignacio Sesma, tuvimos un exponente bien porteño de cuarentón en crisis en el personaje central encarnado brillantemente por Facundo Cardosi.
Belmonte no es la excepción y podría sumarse perfectamente a la galería de estos personajes en plena crisis y “al borde del ataque de nervios”.
Pero en este caso, mientras muchos de los otros exponentes plantean una necesidad de reconstrucción desde su soledad o desde su profundo fracaso personal y/o profesional, poco de esto pareciera estar en sintonía con el momento que está actualmente atravesando nuestro protagonista.
Javier Belmonte es un pintor que ha logrado conquistar cierto renombre dentro del mercado del arte contemporáneo y es uno de los pocos artistas que está atravesando un periodo de gran desarrollo profesional, que puede darse “el lujo” de vivir con la venta de sus obras, que cotizan cada vez más alto. Sumado a esto, ha podido construir una muy buena relación con su hija y, como frutilla del postre, el éxito con el sexo opuesto no le es para nada esquivo.
Sin embargo, Belmonte está parado en un momento de absoluta insatisfacción personal y hasta habitado por una cierta abulia ha logrado instalarse en su vida. La retrospectiva que se realiza alrededor de su obra en el Museo de Artes Visuales de Montevideo, que sería un motivo de indudable orgullo para cualquier artista, a él le resuena completamente indiferente.
Su pensamiento está focalizado casi obsesivamente y de forma excluyente, en el bebé que tendrá su ex esposa con su nueva pareja y no puede dejar de tejer diferentes escenarios posibles sobre el impacto que este hermanito provocará en la vida de su hija, quien quizás quiera compartir más tiempo en la casa de su mama que con él.
Esta situación lo enfrenta con su propia vulnerabilidad frente a una simple posibilidad –que él siente muy concreta-, de que esto ponga en riesgo su vínculo con ella (una dulcísima Olivia Molinaro como su hija). Se siente invadido por ese temor permanente de que su paternidad, se vea amenazada y en peligro, que es justamente ese espacio en donde él tiene depositado gran parte de su placer -en esos encuentros y espacios de cotidianeidad que tanto disfruta con ella-.
Este será el principal disparador para que se instalen en su vida un compendio de miedos, entre los que se aparece como principal fantasma, el del irremediable paso del tiempo, que pone entre las cuerdas ese impulso a que realice un cambio versus su tendencia a permanecer enraizado en ese lugar de insatisfacción y vacío que va tomando, cada vez, más rincones de su vida.
Gonzalo Delgado es el encargado de darle vida al protagonista y, por lo tanto, de cargar con la responsabilidad de casi la totalidad de “BELMONTE” y el dato más curioso es que las pinturas que se muestran en la película son precisamente de su autoría.
Cuenta con una extensa trayectoria como director de arte en películas como “Whisky” “Miss Tacuarembó” “El otro hermano” de Caetano y “Sueño Florianópolis” de Ana Katz; ha colaborado en los guiones de los anteriores trabajos de Veiroj y a pesar de haber tenido sólo algunas intervenciones como actor en “El apóstata” o la interesante pero aún inédita en nuestro país “Severina”, Delgado tiene el pysique du rol exacto para poner el cuerpo y darle esa presencia que Belmonte necesita: su temple medido, su permanente incomodidad e introspección, su constante estado de crisis que refleja en sus silencios o en sus miradas.
Veiroj, tanto en la dirección como en el guion –que le valió el Astor de Plata en el último Festival Internacional de Cine de Mar del Plata- se ha permitido jugar con escenas oníricas cargadas de surrealismo aunque “BELMONTE” logra mayor efectividad en las escenas familiares y en el detalle de lo cotidiano. Y a pesar de ser su trabajo menos innovador, sigue demostrando su madurez para abordar con una mirada existencialista a estos personajes y ganarse un lugar entre los directores más interesantes del cine latinoamericano de la actualidad.