Francisco, El Padre Jorge es un filme irregular, está lejos de ser la película definitiva sobre este Papa. Según la óptica con la que se mire el filme, puede ser grandioso, o un total fiasco. Desde el punto de vista cinematográfico tiene varios problemas destacables, entre ellos una falta de unidad en el relato que hace que la película se sienta más como una colección de escenas sueltas que como una historia que transite un arco dramático claro. Además esas escenas son parciales hacia una mirada piadosa del personaje, con pocos conflictos, y sin escenas donde el personaje quede mal por equivocación o por algún defecto de carácter.
Esa mirada piadosa del personaje es quizás la misma que tienen muchos feligreses católicos, y eso alimentará el amor por ese personaje, haciendo del filme una experiencia que llegue al corazón dichos feligreses. Las preguntas más que válida que surge entonces son, si vale como producto cinematográfico, si el filme es válido como arte, y si en caso de que el espectador no sea católico vale la pena verlo.
La respuesta es compleja. Por una parte desde el punto de vista cinematográfico nos encontramos con una película dividida y fragmentaria, que no tiene una coherencia narrativa en los recursos bien distribuida y armónica. Es dividida porque abarca muchos años y muchas partes de la vida del personaje, saltando de una secuencia a otra, sin una transición dramática prolija que cuide el arco dramático del filme. Por momentos parece una serie de episodios de 10 o 15 minutos con viñetas de su vida que se están reproduciendo juntos, pero con algunos episodios que no están en la lista se reproducción, sino salteados. Eso le quita fuerza al relato y si la vida del padre Jorge fuera en ves de una biografía, una discografía, la película suena más como un ecléctico greatest hits que como una evolución coherente del sonido de un artista a través de cada tema en orden.
Por otra parte hay recursos que se usan y se abandonan, por ejemplo enmarcar el relato de la vida del padre dentro de la investigación de una periodista, hacer un city tour (literalmente) donde expliquen sobre la vida del personaje, y mostrar una serie de entrevistas donde en el principio del filme, el padre jorge habla a cámara, recurso del que se abusa un poco y se lo usa como muletilla, hasta que sale el personaje de Grandinetti de adulto.
Además la introducción de la vocación del sacerdote cuando era adolescente queda como una serie de secuencias cortadas y colgadas, al abandonar el relato de joven y pasar a la vida adulta sin haber cerrado los conflictos de la primera parte. Si esos conflictos hubieran tenido un correlato fuerte en la segunda y tercera parte del filme no habría habido problema; no es el caso.
Desde un punto de vista artístico es una película bastante fallida. La narración circula muy peligrosamente por el borde de la propaganda, y la propaganda es la antípoda del arte. Si algo es propaganda tiene una sola interpretación, y además intenta convencernos de algo. El arte en cambio está abierto a distintas interpretaciones, a distintas lecturas. Si una obra es propaganda jamás podrá ser arte. Esta biografía, parece más la lectura que nos hacen estudiar de la vida de los santos en la catequesis que un relato dramático que genere un genuino interés en todo tipo de público; como pasó por ejemplo en Ghandi con el líder indio, en Selma con Martin Luther King o en Invictus con la figura de Nelson Mandela. Todas figuras extraordinarias con grandes obras y una entrega y nobleza destacadas. Quizás el Padre Jorge esté en pleno derecho de ser admirado y de ser comparado con esas figuras; quizás su obra termine siendo mayor inclusive. Pero esos 3 filmes son de gran valor artístico y son para cualquiera, no solo para negros , hindúes u oprimidos. Pero este filme ¿sirve para un público más allá del católico?
Para el católico practicante este filme es un diez, una experiencia que llega al corazón donde es imposible no emocionarse, y donde casi seguro el pañuelo quedará húmedo. El retrato del personaje muestra una personalidad fuerte, justa, muy humana, y muy correcta, un verdadero ejemplo a imitar. Y saber que ese es líder del credo da fe y esperanza. Es un filme apto para dar catequesis.
Curiosamente las escenas referidas a ritos y prácticas religiosas son más bien escasas, y la película termina mostrando un Jorge Bergoglio que perece que era muy humano por mérito propio, que siempre fue así, que nació buena persona y nunca perdió esa característica. No muestra una evolución al respecto devenida de un proceso religioso como una conversión por ejemplo. Y los momentos de oración dentro delo filme son muy pocos, inclusive verlo orando es una imagen ya casi sobre el final del filme, cuando está por ser el cónclave. Si la película en su admiración al personaje muchas veces puede rozar el límite de la propaganda, curiosamente esa propaganda no sería sobre la iglesia o sobre la religión, sino sobre la figura en sí.
Y gran parte de lo que funciona en el filme a pesar de sus problemas es que el personaje es tan grandioso, tan humilde y tan bueno, que en determinados momentos su interacción con los demás emociona, aun cuando no hay música, ni que sea una escena clave. Para eso colabora con una correcta interpretación Darío Grandinetti. El espectador podría terminar llorando frente a alguna escena que no fuera muy trascendente simplemente al escuchar algunas sabias palabras o ver un gesto de humildad del sacerdote. Ahí gana potencia el filme, en su emotividad, que nace no de la religiosidad, sino de la humanidad del personaje. Y en el cine la audiencia llora, y no solo lo hacen los católicos, también lo pueden hacer los de otros credos, y hasta firmes ateos inclusive han llorado con esta película. El personaje es más grande que el filme, y este le queda chico para semejante personaje, sin embargo es tanta su humanidad, que termina redimiendo en muchos aspectos a la película. No es lo mismo un filme con problemas que nos hace rechazar el producto, que un filme que a pesar de sus problemas nos termina haciendo llorar de la emoción.
Queda para los historiadores, los expertos y los curiosos la comparación entre la persona de la vida real y el personaje de la pantalla. El director no ha pretendido hacer un documental, y lo ha declarada, su Padre Jorge estará basado en una persona real, pero es un personaje de un relato ficcionalizado. Y sobre el final el director toma una decisión más que cuestionable, hace un epílogo con música de la misa criolla que contiene imágenes de archivo del Papa Francisco. Para un católico o un admirador de Francisco puede sumar a el amor que se tiene con él y emocionar. Pero es una jugada muy cercana a la propaganda religiosa, los anti-iglesia ciertamente lo verán así, y artísticamente dinamita la construcción del filme, poniendo en comparación a la archiconocida y ultra carismática persona real versus el personaje interpretado por Grandinetti, casi como des canonizando al personaje del filme, disminuyéndolo luego de que había pasado todo el metraje construyéndolo y admirándolo. Como si el mensaje fuera: "eso que vieron era un personaje, pero el verdadero Papa es realmente grandioso, y gloria a Dios por eso". Esa es la sensación que deja. Para el fan del Papa, más emoción todavía; para el que no lo es, levantará una ceja y se preguntará que fue lo que pasó ahí.
¿Vale la pena ver el filme? Si uno es uno de esos que odia la iglesia, definitivamente no, si uno es católico practicante es casi imperdible, si uno busca arte no vale la pena, si uno busca buen cine no está frente a un producto mal hecho, pero tampoco frente a un filme trascendente, y menos aún la biografía definitiva del personaje. Para católicos practicantes un 10, para cinéfilos un 6, para gente que busca arte un 4. Vale la pena pensar en que rubro se define cada uno antes de comprar la entrada. Y el que tenga fe, que rece para que el próximo filme del Papa nos emocione igual o más, pero que además sea arte y buen cine.
Cristian Olcina