Esta película se define en todo sentido como oportunista, desde casi todas las variables, en principio como proyecto, hagamos algo con la vida de Jorge Bergoglio mientras nos pone, a los argentinos, en las primeras planas de todo el mundo.
Deberíamos agradecer tal situación y no depender de los Maradona, los Messi y/o la mayor parte de los autodenominados (la prensa refrendó el término) clase política vernácula.
A las corridas, pues convengamos no es ningún pibe nuestro Francisco I. Así es todo el filme, todas y cada una de las escenas están puestas de manera oportuna para mostrar algo que pueda delimitar la personalidad del personaje, en tanto desde la realidad coloca a esa intencionalidad humanitaria en el orden del reduccionismo.
La producción considera, a priori, querer basarse en el libro escrito sobre la vida de Bergoglio, y el punto de vista elegido parece ser ese, pero por momentos da la sensación que se olvidaron la intención y brotan los zafarranchos narrativos.
Una joven corresponsal española comienza a investigar el apasionante, por la pasión que le imprime a su deseo, determinado por el amor por los otros, el recorrido del cura jesuita Jorge Mario Bergoglio, tras conocerlo en el cónclave de 2005.
A través de la mirada de la periodista nos aproximamos más al compromiso y a la labor humanitaria que hace el padre Jorge.
Su lucha en contra de la injusticia, enfrentándose al poder, de facto o no, contra la prostitución, el trabajo esclavo, el flagelo de la droga y otras muchas actividades que terminaran resultando en su elección como Papa. Como no podía ser de otra manera el nombre elegido devenía de su aprendizaje a partir de las enseñanzas del fundador de la Orden de los Frailes Menores, más conocida como Franciscana.
¿De lo cómo alcanza un adolescente que reveló su vocación religiosa, de manera supuestamente tardía y en contra del mandato familiar? Es lo que intenta relatar el filme.
El Papa Francisco es Darío Gandinetti, quien le da los tonos justos a su personaje, contando con otras buenas actuaciones como las de Jorge Marrale y Alejandro Awada.
El director y guionista Beda Docampo Feijóo tomó todos los riesgos, desde el tiempo ya manifestado, la producción acelerada, el guión oportuno en el momento justo, para emprender con el biopic de un ilimitado temperamento, lo logra de manera parcial, y sólo gracias a los aciertos en el casting..
De los avatares de ese extenso, riguroso, y conmovedor camino de un jesuita que llega a ser arzobispo de Buenos Aires durante muchos años, es lo que investiga una joven periodista española (Silvia Abascal), La reportera está escribiendo un libro sobre el Papa Francisco, que recorre la vida del padre Jorge.
El punto es que la película, (todavía no leí el libro), no puede contener esa vida, el personaje supera demasiado a la construcción de si mismo, se presenta mucho más interesante e importante que la película misma. Es sabido que ninguna biografía fílmica alcanza para delimitar una vida real, pero aquí queda demasiado lejos.