De Woody Allen, el director más prolífico de Hollywood (hacer una película al año y de tanta calidad no es cosa fácil), llega Jazmín Azul, la historia de Jasmine (Janette para los cuates) una mujer de la alta sociedad que, un día, de la nada pierde toda la fortuna y los lujos a los que estaba acostumbrada cuando su rico marido es acusado de fraude. Así, llega a vivir con su hermana a los barrios bajos (por hacer un comparativo con Nueva York) de San Francisco, donde deberá adaptarse a una nueva vida, nuevas costumbres y nuevas personas mientras lucha por salir adelante. Así, con Blue Moon de fondo, viajaremos entre el pasado y el presente para ser testigos de cómo cambió todo.
Hay que aclarar que, como buena película de Woody Allen, quizá no todos la soporten. Más que comedia, es un drama de la vida que recae totalmente sobre los hombros de Blanchett y que logra llevarlo por buen camino por su gran calidad actoral, no por nada es la favorita a llevarse el oscar de mejor actriz. La duración de dos horas soportando los desplantes de una mujer no es tarea fácil en la vida real y tampoco lo es en un filme, sobre todo si esa mujer se la pasa comparando y recordando la vida en la que lo tenía todo, y que por un desplante lo pierde. Por un momento de debilidad mental. Vayan ustedes a saber si en realidad todo era provocado o si todo lo que pasaba por su cabeza era real. Si tu vida se hace pedazos en cuestión de días, no sólo monetariamente sino sentimental y espiritualmente, no creo que sea cosa fácil mantener la cordura.
Cualquiera que sea la situación, Blue Jasmine es una excelente puesta en escena de todas las dotes actorales de una de las mujeres de Allen (si existen las chicas Almodovar, o las chicas Bond, ¿por qué no pueden existir las chicas Allen?) en una historia muy personal que merece el reconocimiento no sólo por el buen guión cortesía de Woody, sino por los amantes del cine en general.