Commedia all'italiana
Andrea (Raoul Bova) tiene 38 años, es un típico galán mujeriego, superficial, suerte de adolescente tardío y exitoso ejecutivo publicitario (más precisamente trabaja para una empresa de product placement en películas) que vive en un hermosa casa junto a un amigo bastante patético e incondicional (el también director Edoardo Leo) al que maltrata casi sin darse cuenta. Todo es fiesta, alcohol y modelos para este antihéroe perfecto hasta que aparece en su vida Layla (Rosabell Laurenti Sellers), una chica de 17 años (con su “rebelde” pelo teñido) que asegura ser su hija.
El típico chanta italiano trata de zafar como puede, pero finalmente no tendrá más remedio que aceptar que Layla -cuya madre ha muerto- es efectivamente hija suya. Y allí empezarán las desventuras, los enredos de este padre improvisado, torpe y culpógeno ¿Les suena? Sí, la trama tiene no pocas similitudes con Igualita a mí, la comedia de Diego Kaplan con Adrián Suar y Florencia Bertotti, y con muchos otros productos sobre paternidades inesperadas y segundas oportunidades.
La película es, efectivamente, una sucesión, una acumulación de lugares comunes y estereotipos, pero -al menos- Leo no intenta disimularlos y hasta se ríe de ellos. Se trata de una comedia ligera y convencional, por momentos simpática, un poco boba, es cierto, pero finalmente bastante disfrutable. Hay un par de personajes secundarios inspirados (un viejo rockero hippie que es el abuelo canchero de Layla) y una fluidez que se agradece. No estamos ante uno de esos exponentes del cine italiano más audaz, pero como producto del mainstream no irrita y hasta entretiene.