Hay algo que atraviesa a "Buongiorno Papa" (Italia, 2013) que permite una identificación inmediata con la trama y sus personajes.
Esta comedia de y con Edoardo Leo (en un papel secundario) trabaja con una formula archiconocida que va depositando, a medida que avanza la narración, algo que se podría nombrar como "conocimiento previo" y que adelanta la acción. Pero esto no le juega en contra, sino, todo lo contrario.
La definición de placer de género que Jesús Martin Barbero le aludía a un discurso iterativo, redundante y clásico como la telenovela, también se puede ajustar a este filme y a muchos otros que, con fondos y estrella provenientes de la TV, terminan generando discursos específicos y que, a la larga, son consumidos masivamente.
Claramente "Buongiorno..." no escapa a esta regla y se presenta como una comedia de contratiempos, con “Igualita a mí” como claro referente cercano y que funda su humor en el contraste de los protagonistas y cierto absurdo.
Andrea (Raoul Bova) no quiere asumir compromisos ni mucho menos su propia debacle frente a la edad que posee, y de sorpresa le aparece Layla (Rosabell Laurenti Sellers)) una adolescente que dice ser su hija.
Mujeriego empedernido, amante de excesos y del exhibicionismo, Andrea acepta a regañadientes el planteo y entre ambos (y la serie de personajes secundarios) irán conformando una relación que, ahora sí, "placer de género" mediante, se desarrollara de manera previsible y lineal.
"Buongiorno..." es un filme pequeño, con una fuerte impronta televisiva y que por momentos tiende a distorsionar su origen cinematográfico, pero que suma una galería de personajes secundarios (los padres de Andrea, la profesora de Layla, Enzo, etc…) para paliar la previsibilidad de su propuesta.
Pero esto no quiere decir que no se disfrute, sino que suma, y por ejemplo hay momentos muy divertidos que terminan cerrando el origen de su propuesta e impulso y que incluye a varias generaciones de parejas en la trama.
De cuidada producción, con escenarios casi teatrales en los que la cámara se introduce sin ningún artificio, obviamente no hay virtuosismo en la dirección, pero claro está, tampoco se lo pedimos.
Hay un plus que brinda la película y que es poder recorrer una vez más los míticos estudios de Cinecitta, aquellos en los que miles de historia se desarrollaron y que aún siguen haciéndolo.
“Buongiorno Papa” cumple con sus premisas y eso no es algo menor.