Un joven decide hacer una tesis sobre exorcismos a ver si encuentra una “cura para la posesión”. Termina como sujeto del experimento posesivo. Desgraciadamente, parece que Satán no inventó más nada después de El Exorcista y sus clones, y mantiene los mismos trucos. La película también: nuevamente una seguidilla de golpes de efecto a las que le falta lo fundamental en un proyecto así, el humor. Con eso solo y dos pesos, Sam Raimi hizo la joyita de Evil Dead. Aquí hay más plata y menos riesgo.