Caíto

Crítica de Migue Fernández - Cinescondite

Con Caíto, su cortometraje del 2004, Guillermo Pfening retrataba un día en la vida de su hermano, un joven para el que las tareas cotidianas que se hacen en automático suponen un gran esfuerzo a raíz de su distrofia muscular. El actor retoma aquel trabajo para su debut cinematográfico, un proyecto personal cargado de amor con el cual elude las clasificaciones.

Pfening lleva adelante un documental sobre la película que su hermano encabezará, un diario del rodaje de una ficción que Caíto protagoniza y que a su vez se basa en él, mezclando elementos del día a día y aspectos del trastorno genético con detalles de la producción. Este acercamiento experimental funciona y tiene una duración justa, dejando el camino libre para que la ficción se haga cargo del resto del metraje, con imágenes muy bellas acompañadas de una gran banda sonora, que culminan en un emotivo final para el que las palabras sobran.

Por tratarse de una producción de alto contenido sentimental, por momentos circula por una fina línea que la separa del golpe bajo, volcándose hacia ese lado en algunos pasajes que dan cuenta de cierta artificialidad y que aparentan una "puesta" para las cámaras.