Baldosas del recuerdo
Desde hace siete años, en las veredas de Buenos Aires aparecen coloridas baldosas que señalan lugares donde fueron secuestradas, o vivieron, estudiaron o trabajaron algunas de las víctimas de la última dictadura militar.
Calles de la memoria se centra en los creadores de este ingenioso homenaje: la agrupación Barrios por Memoria y Justicia. Y lo hace a partir de los ejercicios fílmicos de un grupo de estudiantes que cursó un taller de cine dictado por el cineasta Christoph Bell y la directora del documental, Carmen Guarini.
Esta forma de abordar el tema es el punto débil de la película: la presencia de los estudiantes extranjeros nunca queda del todo justificada, ni siquiera con la voz en off de Guarini, que intenta ordenar narrativamente la situación. La idea primigenia, que quizá fue mostrar una mirada foránea, fresca y desprejuiciada, sobre un tema que los argentinos tenemos muy incorporado, no termina de cuajar, pese a haber interesantes momentos de tensión, como cuando una chilena, no precisamente pinochetista, declara estar “un poco harta” de la cuestión de la dictadura, tan abordada por el cine y otras artes en las tres últimas décadas.
De todos modos, las andanzas de los estudiantes -que, por ejemplo, a modo de noteros de televisión, tocan porteros eléctricos y entrevistan a transeúntes para saber su opinión sobre las baldosas- se van diluyendo para dar paso a lo más sustancial, la actividad en sí de Barrios por Memoria y Justicia. Así, se ve desde cómo se planean los homenajes y se rastrea la información sobre cada caso, hasta cómo se fabrican las baldosas y se realizan los actos de colocación. También, los debates que se producen dentro del grupo y con los familiares de los desaparecidos, sobre a partir de cuándo considerar el inicio del terrorismo de Estado. Debates que, como la película, ayudan a enriquecer las consideraciones en torno a un tema sensible como la memoria.