Se estrena Casanova Variations, de Michael Sturminger, una coproducción Austríaca, Alemana, Portuguesa y Francesa protagonizada por John Malkovich e inspirada en las memorias del protagonista.
Acaso uno de los personajes más transgresores de la historia universal, Giacomo Casanova fue un aristócrata de orígenes humildes –sus padres fueron artistas nómades- que se ganó fama de amante y seductor, pero que también sirvió de diplomático, bibliotecario y agente.
Su agitada vida amorosa quedó plasmada en Histoire de ma vie, publicada poco después de su muerte, y que inspiró numerosas obras teatrales, óperas y films.
El director austríaco Michael Sturminger, decide compaginar las tres vertientes artísticas en una, dando como resultado un producto curioso, cuidado y original desde su puesta, pero poco transgresor y profundo. Es mayor el aporte artístico a la visión que se puede hacer del mito, que el biográfico o dramático hacia el personaje. Eso no quita que Casanova Variations tenga numerosos puntos de interés.
Se dice que a las biopics tradicionales les faltan ideas. En este sentido, el film de Sturminger goza de frescura gracias a su ausencia de solemnidad, su autoconciencia lúdica y el aporte de su protagonista, John Malkovich, esencial para la construcción del personaje. Se destaca la química que se genera con su coprotagonista, la actriz alemana Veronica Ferres.
El film comienza en la ópera de Lisboa. Allí, John Malkovich, espera para entrar en escena. Ni bien comienza la obra, que justamente es la ópera Don Giovanni, de Mozart -inspirada en la vida de Casanova- al protagonista le da un infarto y lo socorren los personajes, aunque esto genera preocupación en la audiencia. Desde esta secuencia impostada, Sturminger definirá el tono del film, un artilugio de cajas chinas, en el que la ficción forma parte de otra ficción y así sucesivamente, pero siempre manteniendo la impronta de farsa. A fin de cuentas, el propio personaje se valía de mentiras y trucos para llegar a sus conquistas.
La historia recorre el último periodo de la vida del protagonista, cuando la afamada escritora, Elisa von der Recke –Veronica Remer- intenta convencerlo de que le ceda las memorias, lo que lleva al famoso, pero enfermo amante veneciano a generar un juego de máscaras y espejos, cuyo propósito es seducir a su interpeladora.
Durante estos encuentros, Casanova recordará conquistas destacadas de su vida. Las mismas son representadas por notables intérpretes de la ópera europea no ocultando la esencia teatral de la puesta, por el contrario subrayándola y rompiendo mediante un ágil montaje audiovisual, los límites espaciales del teatro. Claro que no se trata de teatro filmado, y cada espectador también forma parte de la farsa. El público compone a otro personaje, y así se generan divertidas y curiosas subtramas que conforman el backstage de la ópera/película que se representa.
Original desde su concepción, Sturminger consigue que el recurso no se agote gracias al dinamismo de la pieza, el talento de su elenco –que incluye en una breve pero significante secuencia a la gran Fanny Ardant- y de la versatilidad de Malkovich para cambiar de universos, salir del personaje, interpretarse a sí mismo –nuevamente, como en Quieres ser John Malkovich arma una caricatura de su persona y no es casual cierto paralelismo con el personaje del Conde de Valmont que interpretó en Relaciones peligrosas, uno de sus primeros protagónicos- y además, animarse, brevemente a cantar en italiano.
Cautivante desde un punto de vista estético, se destaca el diseño de vestuario, la iluminación minimalista, que recuerda al perfeccionismo de Kubrick con Barry Lyndon y la elección de la cámara en mano para darle dinamismo al relato de época, que muchas veces peca de pomposo y solemne.
La pretenciosidad del estilo juega a favor para otorgar a esta puesta un punto de vista distinto de una historia tantas veces narrada. Eso no quita que tanta meticulosidad en generar este diálogo operístico-cinematográfico le saque seriedad y profundidad dramática a la historia y al personaje, quedando la narración casi como una excusa para este experimento metartístico.
Si la intención era generar una perspectiva autoconciente al estilo de En busca de Ricardo III, de Al Pacino, o Esplendor Americano, obra en la que Paul Giamatti, dejaba de ser Harvey Pekar para ser Paul Giamatti, el propósito se concreta con creces. Pero Sturmiger nunca consigue revelar realmente quién fue Casanova, y deja eso para otros artistas, más interesados en el qué que en el cómo.
Casanova Variations, como bien reza el título, es una variación de la historia de un personaje mítico, histórico que cuenta con buenas ideas desde la concepción, un gran trabajo de John Malkovich, pero que poco tiene para aportar a la radiografía de un personaje trascendente, algo, que el film de Michael Sturmiger, nunca será.