Pommery Frappé
Stephen Frears es un director que por sobre todas las cosas posee un muy buen gusto para una puesta cinematográfica, y de esos que saben poner toda la carne a la parrilla, anteriormente en "The Queen" (La Reina, 2006 )habia jugado con una ficha valiosa: la interpretación de Helen Mirren, aquí hace casi igual jugando con la presencia de otra amada por la cámara: Michelle Pfeiffer, y reinicia con la actriz una relación fotogénica que venía de 1996 con "Relaciones peligrosas", otro notable ejemplo fílmico. Frears sabe sacar lo mejor de sus actores -"Alta fidelidad", 2000 puede comprobarlo-, y ahora en esta nueva emparenta con otras tambien pelis suyas anteriores de cierta bijouterie artística como "El secreto de Mary Reilly" (1996) o "Mr. Henderson presenta" (2005).
La relación en principio amistosa entre una madura prostituta de lujo en su casi retirada llamada Lea y el hijo de una ex compañera que solicitó su ayuda a esta para que lo encaminara a Cherí, su joven hijo de 25 años; y que termina siendo un amplio juego que irá de la pasíon al amor genuino, y al espinozo tema de la diferencia de edad, dentro de la "Belle epoque" donde los personajes parecen habitar en una lujosa bombonera, rodeados de Champagne Pommery y la música de violines zíngaros. Frears saca provecho de ello, basándose en una novela de Colette - que bien sabia sobre las partuzeras parisinas - y que el cine recogió en aquella moderada "Gigí" con Leslie Caron de la MGM por los años cincuenta.
Con cuidadísima estética, fotografía maravillosa, vestuarios increiblemente bellos, escenarios reales, con la iluminación paseando sobre los cuerpos semidesnudos en camas que uno desearía tener en su casa, y una estupenda banda musical de Alexandre Desplat, nos hallamos ante un filme que puede verse para disfrutarse desde la belleza visual con la cual es presentado, y siempre con unos planos y certera actuación de Michelle Peiffer, bien acompañada por Kathy Bates -siempre divertida-, y donde el chico protagonista que hace de Cherí es un modelo de belleza masculina.
Con la duración justa de metraje y un final que puede parecerle precipitado a muchos espectadores, el filme puede recomendarse con su inconfundible sello Frears.