Piensen en un domingo a la tarde, en verano, en un pueblo que tiene tan solo 10 mil habitantes... Todo lo que puede pasar en un domingo así es lo que pasa en Choele. Para bien y para mal.
La del pibe que se hace hombre
Choele parte de la típica historia del pibe que tiene su despertar tanto amoroso como sexual durante un verano en un pueblito recóndito. Donde el tranco de la historia es cansino y hasta medio apacible en su manera de transitar. Coco va a visitar a su padre, Daniel, interpretado por el versátil Leonardo Sbaraglia. Cuando llega a su casa se llevará una sorpresa, ya que ahí encuentra a Kimey (que en mapuche quiere decir lindo o bello), una joven muchacha que se está hospedando con su padre. Kimey ademas tiene la particularidad de no contar con ropa, ni equipaje, ni nada, ya que le usa la ropa a Daniel, y hasta el cepillo de dientes a Coco... en fin. Kimey se pasea medio en bolas delante de Coco, que no tardara ni un segundo en enamorarse perdidamente de ella.
Al mismo tiempo, dos amigos del pueblo serán confidentes de Coco, en especial uno de ellos, que será quien más lo banque. La otra amiguita, será quien desde la inocencia quiera ser novia de Coco. Pero poco tiene para competir contra Kimey, y su bikini omnipresente.
Dale gas!
Como dije, el transcurrir de la peli tiene un tranco a paso de hombre. Lento, tranquilo y por momentos hasta aburrido. Si bien hay una historia de trasfondo, donde se nombra a la madre de Coco quien esta llegando al pueblo para firmar unos papeles con Daniel (de divorcio), pero esta nunca aparece. Esto no le impide estar presente todo el tiempo y a toda hora.
Coco de a poco se animara a ir con todo por el amor de Kimey, quien obviamente en realidad está con su padre, en lo que devendrá en el primer desengaño amoroso de Coco, con borrachera galopante incluida. Aun así, Coco aprenderá (demasiado rápido) que no debía ser, y que estaba bien para su padre (un tipo maduro este Coco, yo a su edad hubiera estado llorando mínimo 2 años). Igual, hay que restarle puntos a Kimey, que le histeriqueó a un pobre pendex de 10 o 12 años.
No pasa mucho más en Choele, como podrán imaginarse. Todo va por dentro, por el arco de los tres personajes nodales. El resto de la película transcurrirá entre paseos en la F-100 de Daniel, juegos de niños entre Coco y su amigo, escenas de histeriqueo de Kimey y nada mas.
Pero qué bien se te ve
Hay que destacar la fotografía y el arte de Choele, que son realmente buenos. Todo se ve de maravilla y realmente es un apartado muy trabajado y pulido. Las puestas naturales de pueblito, que ya de por si, en cualquier pueblo argentino no necesita demasiado retoque, son realmente bellas en si mismas, y suman para lo que se quiere mostrar y contar. La casa de Daniel parece haberse encontrado así, y solo haberle puesto las cámaras para filmar, ya que se siente organicamente como una casa de clase media-baja de mecánico de pueblo. Y esto suma muchísimo a la construcción del personaje de Sbaraglia.
Por otro lado las actuaciones están más que bien. Sobre todo la de Lautaro Murray (Coco), quien debe llevar la película adelante. Sbaraglia suma desde su experiencia y contraposición paternal, tanto actoralmente como desde su personaje para con Lautaro Murray.
Y Kimey, compuesta por Guadalupe Docampo, es muy linda.
Conclusión
Choele es la típica película para cierto público argentino. Público que disfrutara enormemente de la historia que narra Juan Sasiain. Se regodearan en las tomas y la fotografia. En Coco y su historia. Y estallaran de orgullo al ver un nombre mapuche en pantalla. Y otro cierto publico se pegará el embole de su vida, ya que para mucha gente, en Choele no pasara nada. Pero la belleza esta en el ojo del que mira. Y aquí esa regla se aplica a rajatabla. Están avisado y advertidos, a disfrutarla enormemente o dormirse una siesta en el cine, va a depender tan solo de ustedes.