Choele

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Lejos de las convenciones

En la relación del niño y su hijo, se eligió alejarse de los lugares comunes, de que el chico hable como adulto o tenga una inocencia desmedida.

Las películas que están contadas desde el punto de vista de un niño, o como aquí, entrando a la adolescencia, suelen tener sus complicaciones. O el libretista lo hace tener y/o decir razonamientos impropios para su edad, o se cae en una inocencia desmedida.

Por suerte, y lo que valoriza a esta primera película en solitario de Juan Sasiaín (codirector junto a Federico Godfrid de La Tigra, Chaco), es que el realizador se aleja de ambas convenciones. Y eso que la historia daba lugar para ellas.

Coco tiene 11 años y está pasando unos días con su padre en su casa/taller en Choele Choel. Coco no entiende, o mejor no quiere comprender por qué sus padres están separados, y vería con muy buenos ojos que estuvieran juntos. Coco está en una etapa madurativa -acercándose a la pubertad- y con una carga hormonal que empieza a hacer sus explosiones, por lo que la joven “inquilina” con que se encuentra en la casa del padre (Kimey) le motiva sentimientos. Un primer amor.

Sasiaín va mostrando al protagonista, más -o mejor que solo- en sus relaciones. Tanto sea con su padre como con un amiguito, o con Kimey, allí es donde Coco puede ganar la empatía del espectador, o directamente perderla. Sucede lo primero.

También ayuda a ello que los tres intérpretes logran que sus personajes sean creíbles. Lejos de cualquier macchietta, tanto Lautaro Murray (el pequeño Coco) como Leonardo Sbaraglia y Guadalupe Docampo hablan, no recitan; andan, no actúan.

Es el relato de un niño y su entorno, sus preocupaciones. Que sea en el interior, en el Sur, puede o no ser anecdótico. Probablemente si en vez del río los chicos fueran al club, o se quedaran encerrados con la computadora, otra sería la historia.

Por suerte es ésta.