Con su estreno mundial llevado a cabo el año pasado en el BAFICI, llega a las salas comerciales “Ciclos”, el largometraje de Francisco Pedemonte, que busca retratar la figura de un adolescente deportista, que debe lidiar con las demandas de la práctica y las competencias y las vicisitudes propias de la edad. El elegido fue Ignacio Semeñuk, oriundo de Chacabuco, que se dedica al ciclismo de forma profesional. Un chico que, por elección propia, deja de lado ciertas actividades que sí realizan sus amigos para enfocarse en su pasión. El documental utiliza, por un lado, material de archivo de noticieros, en los cuales se plasman entrevistas a Ignacio y a su madre, para contextualizar la vida del joven y los campeonatos en los cuales participa, para orientarnos en cuanto a la importancia de las distintas carreras para todos aquellos que nos encontramos fuera de este ambiente. Pero la mayor parte del film se centra en retratar los distintos momentos de la rutina de Ignacio, sus entrenamientos y las competencias a lo largo del país, con el objetivo de mostrar esta “doble vida” que tiene que llevar un chico que prioriza una actividad por sobre otras cosas. De todas formas, a pesar de tener que dejar algunas salidas de lado, el protagonista busca encontrar sus tiempos para compartir con amigos y disfrutar como alguien de su edad. Hacia el final del film se incorpora también la figura de otro chico apellidado Sánchez, con entrevistas e imágenes de sus entrenamientos y competencias, que al principio sacan un poco el foco del protagonista, pero después nos damos cuenta de que, en realidad, se trae a colación su participación porque será quien enfrente a Ignacio en un torneo de vital importancia para su carrera y que definirá el futuro del joven. La película realza también la importancia del paisaje dentro de la historia, sobre todo durante los entrenamientos a lo largo de las rutas desoladas o los constantes viajes hacia el interior del país para realizar las distintas competencias. La banda sonora acompaña a estos panoramas de una manera acorde. En síntesis, “Ciclos” es un documental con una interesante mirada sobre el retrato de un joven deportista, eligiendo algo novedoso como el ciclismo y no yendo al clásico y trillado ejercicio del fútbol. Un enfoque observacional hacia los entrenamientos y las competencias, a través de los gestos y movimientos del protagonista, más que apelando al diálogo donde se pueden poner en palabras dichos sentimientos. Un relato sobre la combinación entre las cuestiones propias de la edad adolescente y las pasiones que requieren un sacrificio particular.
Un deportista adolescente y su crisis, su entrenamiento y sus dudas. Francisco Pedemonte retrata con justeza, en los pequeños detalles todo lo que le ocurre a un niño que es descubierto en sus habilidades como ciclista. Y como toda su familia comienza a girar en torno a su actividad, viajando cada fin de semana a una competencia distinta. El chico se transforma en un campeón, es Ignacio, de Chacabuco. Pero ¿qué deja en el camino? Cuánto de sus necesidades adolescentes quedan postergadas. Cuánto de sacrificio necesita y le exigen. Cómo la ansiedad de los adultos puede empujarlo. El director lo capta todo, con gestos, momentos y muy pocas palabras, las necesarias para comprender a un simple chico que quiere vivir su tiempo.
Bicicletas La vida de Ignacio Semeñuk, un adolescente de 15 años (hoy tiene 18), nativo de la ciudad bonaerense de Chacabuco, ciclista con proyección internacional, es el eje sobre el que se centra Ciclos (2018), documental observacional de Francisco Pedemonte que toma el ciclismo como una excusa para retratar un ciclo de la vida desde un ángulo que el cine, en la mayoría de las veces, lo hace desde el lugar común. Semeñuk comenzó a dedicarse al ciclismo a los 12 años. Al principio competía con una bicicleta prestada porque no sabía si en realidad era lo que quería. Empezó ganando y llegando al podio en muchas carreras hasta que en 2015 se coronó subcampeón del Campeonato Argentino de Ruta y medalla de oro en el Campeonato Argentino de Pista y de los Juegos Evita. En 2016 fue subcampeón del Campeonato Argentino de Pista. Luego se retiró. En Ciclos, la cámara de Pedemonte solo observa. Lo observa a Ignacio en la relación con su familia, sus amigos, el ciclismo. Lo observa en el sacrificio del entrenamiento, en las metas que cumple, en sus triunfos y derrotas. Triunfos y derrotas que no solo tienen que ver con el ciclismo sino también con sus deseos, sueños, pérdidas y ganancias. La carrera de Ignacio le depara un futuro prometedor, tal vez una olimpiada, una medalla de oro, ¿pero es lo que quiere? Pedemonte, a diferencia de otros realizadores, no juzga a sus personajes, no los convierte ni en héroes ni villanos. En Ciclos no hay padres que presionan ni hijos convertidos en mártires. Solo hay una familia que apoya y un joven que durante un tiempo de su vida decide hacer ciclismo, que no lo sufre, lo disfruta. Pero que un día, le pone punto final y se dedica a otra cosa. Será el espectador quien deba sacar sus propias conclusiones si es que las necesita porque como en todos los ciclos una vez que se cierra comienza uno nuevo. La ausencia de un arco dramático donde el conflicto se internaliza y la simpleza de personajes que le huyen a un estereotipo hace que por momentos se sienta que la trama no avanza, más allá de algunas decisiones narrativas acertadas para crear suspenso (el final por ejemplo) y una banda sonora que rompe con la morosidad rítmica.
La palabra Ciclo viene del latín Cyclus y significa “círculo o rueda”. Ambos significados son importantes desde lo etimológico ya que desde la polisemia podríamos decir que son dos cosas distintas, pero iguales a la vez: círculo puede estar asociado a una función temporal o a un grupo exclusivo y determinado de individuos; mientras que rueda puede estar más asociado al objeto circular que se utiliza para mover determinados objetos o vehículos. El documental de Francisco Pedemonte utiliza esta palabra con una enorme significación: el mismo retrata un momento en la vida del joven ciclista Ignacio Semeñuk, de solo 18 años. El título no solo asocia la línea temporal en que se narra el film, y que recién al final cobra mayor sentido y fuerza, además de mostrar ese “circulo” dentro del cual estos atletas se mueven. La significación de “rueda” le da mayor fisicidad al vehículo en que se desplazan los jóvenes en la película por lo que Pedemonte filma de manera orgánica, ya que construye con vital importancia cada secuencia sin perder el foco. Se podría decir que Ciclos es un documental casi con la estructura de un film clásico de ficción, tomando forma y fuerza con el transcurso de su construcción narrativa. El montaje en Ciclos es vital, inteligente, utilizado no solo con la intención de pegar un plano al lado de otro, sino más bien de generar ideas y que las mismas incidan en la asociación que el espectador realice sobre ellas. Por ejemplo: hay una escena donde Ignacio se encuentra en la disyuntiva entre salir a la noche de joda, incitado e invitado por su amigo DJ, o quedarse a descansar para competir a la mañana siguiente. En dicho momento el joven se halla tirado en la cama, descansando y meditabundo sobre ese hecho. Pedemonte inserta en medio una toma de su amigo DJ pasando música en un boliche, manipulando las emociones que pueda despertar en el espectador (ver lo que el joven puede perderse esa noche) y también materializando sus pensamientos: sabemos que Ignacio está pensando en ello, pero la toma lo confirma. Dicha materialidad es brillante porque deja en claro que el documental jamás es 100 % real, es más una interpretación de la realidad pero con imágenes que sirven de testimonio. Los hechos, a pesar de tergiversarse en su forma ideológica, moral o ética, realmente existieron. El problema con dicha secuencia y que aqueja el todo del film es la poca creencia que advertimos desde su puesta en escena respecto de la supuesta “pasión” que siente Ignacio por el ciclismo. Hay demasiada distancia y a veces ni empatizamos con el joven, que se muestra medio parco y confundido con sus principios (querer asistir a la competencia sin pegar un ojo, si cabe la posibilidad de salir a la noche). Entendemos, es un adolescente y parte de ello es lo que quiere retratar su realizador, con los conflictos internos y el pesar hormonal, pero toda intención de mostrar a un joven apasionado por el deporte se esfuma. Renegar de esto no es clausurar por completo o negar su muy buena factura técnica, su para nada aburrido ritmo, su maratónica realización (Pedemonte siguió a Ignacio durante dos años), lo simbólico de las rutas o calles como “rito” o “pasaje” hacia el camino de la autorrealización, etc., pero su intención discursiva pierde el eje aun cuando compensa algunos asuntos de su construcción. En el final, luego de la competencia más importante, nuestras sospechas se confirman: la bicicleta como objeto museístico, olvidada en un garaje junto a sus trofeos, acumulando mugre como nuevo alojamiento para arañas y otros bichos. Por un instante la bicicleta es el Woody de la saga Toy Story. Ignacio se prepara, va a salir de nuevo a competir, solo que esta vez se calza una camiseta de rugby, bermuda y botines. Se prepara para salir a la cancha. Lo llevan en Bici, no va con la suya. Cumplió un Ciclo.
La ópera prima Francisco Pedemonte, “CICLOS” es una de los tantos documentales que renuevan la cartelera del Espacio INCAA Gaumont cada semana con diversidad temática y con multiplicidad de propuestas. Francisco Pedemonte es un reconocido director y editor de sonido que ha trabajado con grandes directores del movimiento de cine independiente nacional entre los que podemos mencionar a Matías Piñeiro (en “Viola” y “La Princesa de Francia”), Cecilia Kang (en “Mi último fracaso”) o Juan Villegas (en “Victoria”). Pedemonte se aventura en ésta, su primera realización, con un documental que se asoma al mundo del deporte, más particularmente del ciclismo, pero haciendo foco en un adolescente nacido en Chacabuco –Ignacio Semeñuk- que, aún contra la poca confianza que tenía en su propio seno familiar al iniciar este deporte, llegar a pelear por el campeonato argentino. La particular historia de Semeñuk tiene estos ribetes de camino del héroe que la hacen conmovedora e interesante: Ignacio comienza a dedicarse al ciclismo a partir de los 12 años y un dato notable es que arranca con esta actividad con una bicicleta prestada. Algo que inició tímidamente, fue consolidándose con el tiempo y mejorando a través de las diversas carreras hasta llegar rápidamente al podio, convirtiéndose en uno de los mejores de su categoría. En el año 2015 llega a ser subcampeón del Campeonato Argentino de Ruta y medalla de oro en el Campeonato Olímpico de Pista y de los Juegos Evita y luego obtiene también el subcampeonato Olímpico de Pista en el 2016. La figura de Semeñuk y su historia permiten desplegar una variedad de temas que tienen que ver con la adolescencia y con el deporte. A saber, enfrentar a las exigencias y sacrificios que implica desarrollar una actividad como el ciclismo a esa edad en donde otros adolescentes no quieren desarrollar ninguna que implique ese nivel de compromiso, el fanatismo de los padres –los hay más exigentes y otros que acompañan de forma más amorosa y sin presiones como es el caso de los padres de Ignacio-, los entrenadores, el mundillo de la competencia, el amor y la pasión por el deporte, todos tiene su momento y su lugar dentro de “CICLOS”. Pero el problema se presenta fundamentalmente en un guion que no puede encontrar una forma sólida de brindarle una estructura por donde pueda encaminarse la historia. En algunos momentos el relato comienza a percibirse fragmentado y hasta puede lucir algo improvisado, como si sencillamente se hubiese intentado compaginar el material filmado de acuerdo con cierta búsqueda azarosa en el proceso de edición. No siempre una figura por más atractiva que se presente, tiene la capacidad de sostener y narrar por sí mismo todo un documental si no existe un guion por detrás que complemente y permita darle ese adecuado andamiaje a la historia. Algo de esto resiente a “CICLOS” que recién sobre el tramo final encuentra su propio eje y puede tomar fuerza sobre lo que quiere contar. Nutrido de un espíritu observacional, los entrenamientos y las competencias se suceden para ir entendiendo ese ciclo de vida de Ignacio que ha sido profundo e importante en su adolescencia. Es allí cuando el documental se plantea el juego con la etimología de la palabra ciclo: que por un lado deriva del griego rueda, círculo y de allí tan ligado al mundo de las bicicletas; y por el otro, da una contundente referencia a los ciclos de la vida. Un reportaje en la radio de su pueblo, casi oficiando de epílogo (que produce en el espectador ciertas contradicciones y desencuentros respecto del mensaje general de la propuesta), nos dejará bien claro que hay periodos que se cierran esperando que vengan otros nuevos, momento de decisiones, de dejar el pasado atrás para dar por finalizado un ciclo y dar lugar a que aparezcan otros, nuevos, desconocidos. En definitiva, Pedemonte plantea con Ignacio justamente esto: todo llega a tener un ciclo y con este documental logra se parte y acompañar también este cierre.