Hay algo ideológicamente muy complicado en esta comedia que juega con las desventuras de una familia apremiada económicamente, en la que es válido ser misógino, xenófobo, homofobo y tener la necesidad de cambiar de automóvil para ser alguien en la vida, o al menos en la cuadra donde uno habita. Con liviandad (ABSOLUTA) se tocan temas como bullying, dopping en menores, adulterio, y más. Otra propuesta que supuestamente debe hacer reír pero termina generando fastidio con su propuesta anacrónica y visualmente carente de valores cinematográficos.
Una madre insatisfecha y ambiciosa (Amparo Noguera), un padre ingenuo y torpe (Boris Quercia), una hija tramposa y mentirosa, un hijo que sufre bullying y está a punto de explotar. Esta es la familia Ahumada, ellos quieren ser felices a toda costa y no les importa sacrificar a otros en el camino. Sólo que la felicidad, no siempre está donde uno la busca. El sueño de que la hija compita en natación en Japón los empuja a conseguir dinero de manera urgente. ¿Podrán conseguirlo? Esta comedia chilena dirigida y protagonizada por Boris Quercia tiene un cuarteto protagónico disfuncional pero poco carismático. A medida que avanza la trama los personajes se van hundiendo cada vez más y despliegan sus miserias, su corrupción, y su egoísmo de forma creciente. Esta mirada contra las miserias humanas tiene poco espíritu crítico y es más bien una apología comprensiva de esas conductas. Pero antes que eso ocurre algo más grave: la película no es graciosa, no tiene muchos chistes, el timing es nulo y estas formas de cine comercial chileno muestran que hacen tan mal cine como en cualquier otros país. Cine sin identidad ni entretenimiento.
Comedia fallida y simple Mediante recursos simples del cine y la tv de comedia, “¿Como andamos por casa?” (2018), expone a una familia disfuncional y sus conflictos que poco a poco desembocan en una trama que oscila entre lo correcto y lo mediocre. La historia de una madre insatisfecha, un padre torpe, un hijo que sufre bullying y una hija mentirosa. Esta familia busca la forma de costear un viaje para la hija mayor con el fin de competir en natación. En el proceso de la búsqueda del dinero, la familia se expondrá a situaciones que evidencian sus verdaderos problemas. La película chilena dirigida, escrita y protagonizada por Boris Quercia tiene estándares técnicos y estéticos buenos, algo que hace llevadero el desarrollo de una comedia con poco esfuerzo. La trama comienza de forma entretenida, ya que exhibe a una familia burguesa a enfrentar un esfuerzo financiero, en este proceso se exponen varias situaciones cómicas de los problemas burgueses. Sin embargo, la trama pronto se desvía hacia el desarrollo emocional de personajes que son poco o nada queribles. El mayor error del film es que pretende que empaticemos con personajes que no tienen ninguna intención en mejorar. La dirección genera escasos momentos realmente cómicos, aunque estos momentos son efectivos, la gran mayoría del tiempo las situaciones conducen a una indiferencia. Con esta combinación entre melodrama y comedia, la película tiene un desarrollo confuso ya que no se define de manera efectiva. "Aun así, es una película con varias posibles interpretaciones, ya que dependerá de la mirada ideológica y ética del espectador. Sus aspectos técnicos hacen llevadera una comedia que roza lo mediocre, pero que no se podría catalogar como mala."
Esperando que la suerte me sonría Volvemos a ver en pantalla a Boris Quercia, el actor de la recientemente estrenada Cosas de hombres (2020) en ¿Cómo andamos por casa? (2018), film de humor muy negro, en donde los valores personales y los vínculos familiares salen a la luz, dando cuenta que el consumismo destruye los lazos familiares y conduce al individualismo. ¿Cómo andamos por casa? (2018) Eduardo (Boris Quercia), junto a su mujer Rocío (Amparo Noguera), harán todo lo que sea necesario para conseguir el dinero para que su exitosa y consentida hija deportista viaje a Brasil a una importante competencia donde ella ha quedado seleccionada. Por otro lado, su depresivo hermano, se rebela ante una situación de bullying que los padres ignoran. Sin el apoyo del gobierno o el banco y endeudados, los padres tendrán que ponerse creativos para cumplir el sueño de la hija. Quercia dirige, escribe y protagoniza este film, presentando dificultades en su incongruente y desprolijo guion, con escenas que desentonan y se sienten forzadas, al igual que las actuaciones. quedando clara la motivación al inicio, para luego relatar la historia de cada integrante de la familia por separado, perdiéndose la premisa principal y el concepto de familia. Esto le quita credibilidad y fluidez a la trama, confundiendo al espectador. La construcción de personajes y sus diálogos son superfluos, consiguiendo nuestra apatía al no incluírnos en la trama. En cuanto a las locaciones, los escenarios, vestuario y utilería, se corresponden con la clase media chilena, que al parecer está pensando siempre en el dinero, en la competencia, envidiando lo que tiene el vecino y proyectando a través de sus hijos. Una historia sencilla que podría hacernos reír y sentirnos identificados e increpados, que es justamente a lo que invita su título, lo que se logra pero de manera tibia y le hace mala propaganda a la idiosincrasia chilena.
Se estrena a través de iTunes y Google Play una comedia chilena dirigida y protagonizada por Boris Quercia (Sexo con amor). ¿Cómo andamos por casa? es una comedia de enredos familiares con un estilo más cercano a la televisión de hace unos años. Una familia tipo conformada por un matrimonio heterosexual y sus dos hijos. El hombre (el además director y guionista Boris Quercia) trabaja en una compañía donde no destaca y se la pasa admirando y deseando lo que tienen sus vecinos: desde el auto lujoso y nuevo hasta la mujer de curvas pronunciadas. La mujer, la madre de la familia, tiene la suerte de tener su local propio pero lo cierto es que nadie entra en él. En un momento se abre ante su marido y le dice que se siente “como si te invitaran a almorzar pero no hay postre”. Esa frase ingeniosa y de fácil identificación será llevada hasta lo más explícito cuando durante una tranquila mañana en su local, después de escuchar en uno de esos programas que le gustan a alguien hablar sobre la necesidad de resolver cosas del pasado, el mismo pasado entra por la puerta: un ex amor con el que compartirá algunos almuerzos, con postre incluido. Los hijos también cumplen cada uno una función muy específica y estereotipada. El niño no logra adaptarse y sufre el bullying constante por parte de sus compañeros, siempre en silencio, ya que nadie en su familia repara en su presencia. Su hermana, sin embargo, se lleva la mayor atención de sus padres porque compite en natación y de hecho es quien motiva gran parte de la historia: si se junta el dinero suficiente ella puede ir a competir a Brasil, ya que las condiciones las tiene. A grandes rasgos, ¿Cómo andamos por casa? muestra a sus protagonistas no sólo lidiando con sus propias vidas, sino intentando conseguir más dinero. Intentar pedir un ascenso, tomar dinero prestado de un compañero copado, meterse en un extraño negocio que involucra apuestas, rentar un cuarto por Airbnb. Si bien hay una clara intención de retratar a esta familia disfuncional desde lo irónico, de mostrarnos a personajes “perdedores”, que sabemos que nunca se saldrán con la suya -al menos no del mejor modo-, lo cierto es que cuesta mucho empatizar o, incluso, soportar a muchos de estos personajes. Estamos ante una comedia que atrasa: desde las constantes burlas a su huésped proveniente de España como hasta la inclusión de algún “chiste” homofóbico y ni mencionar la resolución que tiene el matrimonio, aquella en la que la mujer decide gastarse su resto de dinero en algo superficial que, en realidad, terminará disfrutando más el marido, lo cual incluso se contradice con la idea de egoísmo que ronda todo el tiempo en el relato junto a sus personajes. ¿Cómo andamos por casa? muestra un montón de lugares comunes y personajes estereotipados. Una comedia que no causa mucha gracia y que pretende reírse de cómo se ven a ellos mismos, personas de clase media que intentan sacar provecho de los demás.
Lo primero es la familia Nunca, o casi nunca, se dan este tipo de reseñas, pero no voy a negar que estoy poniendo primera. Y es que el horror del espectáculo que se exhibió ante mis ojos fue de tal magnitud, a un nivel dantesco, de una aparatosidad casi inimaginable… Vamos por partes. Primero, el guion, realizado por el propio director, Boris Quercia, quien además tiene uno de los papeles protagónicos, es espantoso. Se basa en un monólogo cómico. No quiero saber cómo habrá sido de malo ese monólogo. La historia no tiene ni pies ni cabeza, o en todo caso los tiene mal distribuidos, y entonces termina siendo una especie de Frankestein remendado y cosido por todas partes. Y las costuras son tan visibles que uno se queda con la mandíbula desencajada pensando cómo fue que alguien creyó que los chistes burdos que se presentan como la mayor gracia universal posible eran efectivos. Y es que los actores se ríen y tratan de forzar ese supuesto efecto de lo que dicen pero nada acompaña y el espectador se queda preguntándose qué mal hizo para ver tal monstruosidad. Y ahí viene otro punto: el elenco. Los actores. No se qué movió a la gente de casting a elegir al resto del elenco… suponiendo que hubo un departamento de casting. En su defensa diré que no son del todo malos, pero con una historia que se cae a pedazos, personajes anodinos y una dirección que no sé ni cómo calificar… no se puede hacer mucho. Porque la química entre ellos es nula y parece un mal ejercicio de un grupo de estudiantes de cine de primer año de la carrera. Y estoy siendo injusto e insultante con los estudiantes. Ni hablar de las otras costuras. La edición…. ¡Por favor, la edición! ¿Qué hemos hecho para merecer esto? La unión entre escenas carece de coordinación alguna. Hay saltos morbosos y en medio se generan dudas que nunca se explican. Pasan cosas y pasan cosas… y lo que falta viene no se sabe de dónde. Tal vez les faltó una jornada de rodaje y editaron con lo que tuvieron. Si no, no se explica. Si en algún punto plantea algunas críticas desde el humor a cuestiones de comportamiento social, la verdad es que están muy bien disimuladas. Realmente me apena porque carezco de maldad y hasta ofrezco no comentar una película si veo que es insostenible o me da vergüenza ajena lo que veo, las veces en que ello sucede, pensando en todo el trabajo que se ha realizado. Pero de verdad, con una mano en el corazón, es la peor película que vi en, mínimo, una década.
“¿Cómo Andamos por Casa?” de Boris Quercia. Crítica. Lo primero es la familia Bruno Calabrese Hace 5 días 0 25 El jueves 18 de junio, en Google Play e iTunes, se estrena la nueva película del director de la aclamada “Sexo con amor”, una comedia sobre una familia disfuncional con problemas de plata. Por Bruno Calabrese. Rocío (Amparo Noguera) y Eduardo (Boris Quercia) tienen dos hijos, Valentina (Florencia Berner) y Federico (Fernando Gutiérrez). Ellos son los Ahumada, la típica familia endeudada que vive con más de lo que tiene. La hija hace natación y es seleccionada para viajar a representar a Chile en un torneo internacional. El problema es que los padres tienen que costear los pasajes y estadía del viaje, no sólo de su hija, sino que también del entrenador. Eduardo se caracteriza por ser un padre ingenuo y torpe, que trabaja en una empresa con un sueldo mediocre, pero tiene un compañero leal quien parte por prestarle plata, mientras el no tiene pudor en traicionarlo con su jefe. Rocío es una madre insatisfecha y ambiciosa, tiene una tienda para mascotas a la que no entra nadie, hasta que entra su ex, interpretado por Felipe Castro, con el que tuvo un romance ya casada. El la invita a almorzar y los recuerdos florecen. Eduardo y Rocío son una pareja que viven metidos en sus rutinas y tienen una relación desgastada. Pero la racha de victorias de su hija en la natación les presenta una misión, pensar qué hacer para juntar la plata para el viaje. Lo primero que se les ocurre es alquilar una habitación de la casa por AirBnB, por lo que reciben a un español proveniente de Galicia. A partir de ahí aparecerán los típicos chistes de gallegos por parte de Eduardo, pasados de moda y de mal gusto. Esa empatia que podíamos sentir en un principio se irá perdiendo, por esos clichés y reacciones insoportables. En paralelo, ambos van buscando maneras por recaudar más plata de manera individual. Mientras los hijos viven sus propios dramas de la adolescencia, el bullying al hijo y la dependencia de estupefacientes para el rendimiento de la hija deportista. Niños con sus dramas, padres inmersos es sus problemas económicos y sus rutinas diarias. La de los Ahumada es la típica historia de una familia de clase media donde cada uno tiene sus secretos y mentiras. Con dinámica y en tono humorístico, el film va mostrando el drama de estos cuatro personajes que se unen en la casa pero que cada uno tiene su propio mundo. Desconectados, sin empatizar el uno con el otro, las carencias emocionales se juntan en esa casa, “¿Cómo andamos por casa?” es una comedia que funciona mejor cuando toca el drama de las familias por mantener un status quo y cuando reflexiona sobre el “sálvese quien pueda” que se vive en toda sociedad individualista, donde siempre se trata de sacar provecho de los demás. Un film que funciona como una realidad, enmarcada con momentos graciosos, decisiones desafortunadas y mucha mala suerte. Puntaje: 70/100.
Un oficinista con aires; su mujer, vendedora sin clientes; una hija tramposa y un gordito al que todos toman de punto componen la familia indicada para esta comedia chilena de perdedores que en algún momento saldrán ganando. Junto a ellos aparecen buenos y malos compañeros, un viejo amor extramatrimonial, una envidiable pareja de vecinos, un vendedor de autos usados y un sufrido gallego. Con esos personajes, Boris Quercia (“Sexo con amor”, “El rey de los huevones”) desarrolla una historia tan ácida como liviana, que no tiene demasiadas risas pero pinta bien los defectos de sus paisanos, y del ser humano en general, y en los últimos diez minutos compensa gratamente a la familia de ficción y al público que la está viendo. Y hasta tiene una moraleja, bastante cierta para gran cantidad de matrimonios que pese a todo siguen conviviendo: “Quizá de eso se trata el amor, de estar con gente que no te conviene”.
Segunda semana con una película chilena que apunta a la aceptación y el éxito popular. En este caso vuelve a ser protagonista Boris Quercia que aquí también es el director y guionista. Lo acompaña otro rostro que de a poco se hace familiar, Amparo Noguera. Una comedia que retrata a una familia tipo ante la disyuntiva de endeudarse para poder pagarle el pasaje de su hija y de su entrenador para una competencia internacional de natación, que no cuenta con el apoyo del estado. En esa situación acuden a soluciones como alquilar una habitación a un turista enojoso, recurrir a las venas de garaje, tratar de vender el auto. Y en cada acción, arribistas y fantasiosos van siendo engañados sin escrúpulos y se van cayendo las apariencias de familia perfecta y armoniosa. Una mirada ácida sobre una clase que practica el sálvese quien pueda, aunque sin profundizar demasiado. Recorrido amable, actores acostumbrados a un ritmo televisivo, que transforman al film es un entretenimiento pasable.