Ingenio paga más
La combinación de comedia y thriller le juega a favor a la película, que atrapa al espectador.
No le falta ingenio al guión de Gabriel Lichtmann. Cómo ganar enemigos en una combinación de género, entre el thriller y la comedia, salvando las enormes distancias, con puntos en común con Nueve reinas, de Fabián Bielinsky. Pero mejor explicarlo.
Lucas (Martín Slipak) es un joven abogado, prometedor, trabajador, soltero, y adicto a las intrigas policiales. Un día conoce de manera fortuita a una chica en un bar. Intercambian palabras, y ella termina en la casa de él -en realidad, de sus padres-, y él termina sin un dólar, ya que la plata que tenía ahorrada para comprarse su primer departamento, desaparece al igual que la chica.
Para Lucas no fue obra de la casualidad si no de alguna causalidad, y empieza a sospechar y a analizar a cada uno de los personajes del filme con los que se fue cruzando.
Lo narrado, y la vuelta de tuerca, hacen recordar a la opera prima del director de El aura.
Lichtmann hace partícipe al espectador de las elucubraciones de Lucas, ninguna traída de los pelos. Martín Slipak tiene la suficiente simpatía, la entrega y la controlada locura que el personaje necesitaba para ir ganándose la simpatía del espectador. No es un juego de cajas chinas, pero por momentos se le parece. Las actuaciones secundarias cumplen -todo un logro ante un déficit continuo del nuevo cine argentino-, nadie desentona y menos si no se sabe quién es el responsable detrás del robo.
Con los rubros técnicos cuidados, y una extensión acorde a lo que se está contando, Cómo ganar enemigos debería, al revés de lo que enuncia su título, ganarse unos cuantos amigos espectadores.