El tiempo recobrado En Contra la ignorancia: la ficción (2015), la directora argentina radicada en París, Alejandra Rojo, logra un intenso y extraordinario documental sobre la obra del cineasta chileno Raúl Ruiz, pero que también funciona como una biopic donde se cuenta su vida a través de sus películas. Fascinada por una serie de imágenes que ve durante el funeral del director de Tres vidas y una sola muerte (1996), Misterios de Lisboa (2010) y El tiempo recobrado (1999), Rojo descubre que sabe poco de su obra. Es ahí que comienza a ver sus películas y a leer todo lo que encuentra sobre él. Pero siente que algo falta y es la ausencia de un documental sobre su vasta obra de películas oficiales y no oficiales. Y Contra la ignorancia: la ficción se convierte en el único trabajo visual que deconstruye la obra del director chileno, que se exilió en Francia durante el golpe de Estado del ‘73, pero que al unísono, a través de ésta, reconstruye una vida atravesada directamente por su obra. Rojo, evita caer en el documental clásico y de recurrir a algún viejo reportaje para recuperar la figura del retratado, siendo sus propias palabras las que van dando cuenta de su obra. Se corre del lugar común para ir hacia un lugar de mayor profundidad y análisis. Utiliza fragmentos de películas, entrevistas y testimonios para entender el porqué de una obra tan personal como radical. Contra la ignorancia: la ficción funciona como un ensayo cinematográfico donde se analizan los códigos encriptados de la obra de Ruiz de la mano de su círculo íntimo comandado por el productor Paulo Branco, los actores Melvil Poupaud y Ricardo Pereira, el poeta Waldo Rojas o el compositor Jorge Arriagada. Pero también su vida a través de las películas. Rojo bucea en esa conexión para ver cuánto hay de cada una en la otra.
La ciencia como refugio de la poesía. De apenas una hora de duración, el documental de Rojo no ambiciona recorrer la filmografía del gran realizador chileno, quien llegó a dirigir cerca de 120 películas, sino acercarse a la esencia de sus ideas y su estilo, haciendo hincapié en el ser humano detrás del director. Tal vez no haya cineasta contemporáneo más secreto, a pesar de su prolífica obra (o tal vez precisamente por ello) que el chileno Raúl Ruiz, cuyo último largometraje, realizado poco antes de morir en agosto de 2011, tuvo un retrasado estreno hace algunas semanas en Buenos Aires: la obra maestra Misterios de Lisboa. El documental de Alejandra Rojo (nacida en Buenos Aires, criada en Chile, nacionalizada francesa) Contra la ignorancia: la ficción, de apenas una hora de duración, no ambiciona ni remotamente (tarea imposible si las hay) recorrer exhaustivamente la filmografía del realizador, quien llegó a dirigir cerca de 120 películas. Muy por el contrario, intenta, y logra en gran medida, acercarse a la esencia de sus ideas y su estilo, tarea difícil pero factible, haciendo hincapié además en el Ruiz extra cinematográfico, el ser humano detrás del director. Partiendo de su infancia en Chile –madre maestra, germen del intelecto; padre marinero, origen de historias llegadas de todos los confines del mundo–, Rojo comienza a hilar un retrato hecho de retazos de recuerdos y anécdotas de aquellos que compartieron una parte de su vida, además de un puñado de fragmentos de algunas de sus películas más representativas (y no tanto). Rojo traza un retrato hecho de recuerdos, anécdotas y fragmentos de los films de Raúl Ruiz. El exilio en Francia poco tiempo después del golpe militar que derrocó y asesinó a Allende marca el inicio del vínculo de Ruiz con el cine francés (y de su cambio de gracia: de Raúl a Raoul), que el documental utiliza para sugerir sutilmente una idea relacionada con sus aspectos creativos: viéndose obligado a hablarle a una audiencia más universal, al levar anclas y alejarse de aguas cercanas a su origen lingüístico y cultural, sus películas comienzan a ganar en profundidad y belleza. Algunas escenas del film La ville des pirates, realizada en 1983, le sirven de apoyo visual a la documentalista para hablar de la relación de Ruiz con Portugal y con Paulo Branco, el gran productor de ese origen con el cual mantuvo una extensa y fructífera relación que duraría décadas. “Él inventaba las películas, yo no inventaba nada. El no hacía nada por casualidad, al revés que yo. Todo era más elaborado de lo que parece”, afirma Branco en un pasaje con tono de confesión. Comparten asimismo cámara algunos de sus colaboradores en distintas etapas: músicos, directores de fotografía, actores, diseñadores de arte, cuyos recuerdos se alejan de la idealización o el bronce, como si la orgullosa humildad del homenajeado se hubiera contagiado en susevocaciones. “La poesía se ha refugiado en la ciencia”, dice Rojo que decía Ruiz, y a partir de allí, su documental se concentra en un aspecto no del todo conocido del realizador: su fascinación por la filosofía en general y la matemática y la física en particular. Aspecto que, lejos de enturbiar la visión que pueda tenerse de sus particularesmarcas narrativas, la hace más diáfana: ¿qué es el final de Misterios de Lisboa sino un punto de máxima concentración de tiempo y espacio, donde están contenidas todas las historias y los personajes posibles? Rojo le dedica la última parte de su película a las reuniones regulares del así llamado Círculo de Belleville, grupo de discusión con aspecto de secta al cual pertenecía y en el cual se debatían toda clase de cuestiones físicas y metafísicas. Resulta imposible confirmar cuánto de seriedad absoluta y cuanto de lúdico había en esos cónclaves, pero un veloz repaso por algunas de sus creaciones deja en claro que ambas posibilidades podían no sólo cohabitar sino armonizarse a la perfección. Al fin y al cabo, ¿qué otro cineasta ha hecho convivir la difícil faena de adaptar los textos de Proust al cine con la idea de juego en el sentido más candoroso de la palabra? El mismo Ruiz, gran anecdotista y enorme conversador, era capaz de afirmar lo más viable o lo más absurdo con la misma seriedad e ironía. Y estar, siempre, absolutamente en lo cierto.
Ensayo cinematográfico En este documental, la directora Alejandra Rojo nos muestra los detalles más remarcables de la vida profesional del cineasta chileno Raúl Ruiz. A través de comentarios y anécdotas de amigos y compañeros de trabajo, nos lleva a través de sus películas y su historia con una narrativa casi poética. Acompañada de una imagen hogareña y cálida, los recuerdos y las películas de Ruiz van cobrando vida. Acompañada también por pequeños fragmentos de sus obras, quedan bien en claro los momentos más destacables de su producción y el sentimiento de todos aquellos que trabajaron con él. El documental tiene un estilo más bien relajado y mantiene los audios originales de todos los que prestaron testimonio, lo que le da un sentimiento aún mayor de sinceridad y realismo. Además, nos muestra un poco de los lugares más importantes en la vida de Raúl. Desde Chile hasta Portugal, los recuerdos de sus compañeros recorren el mundo y demuestran el alcance que tuvo su obra. La película es en sí un homenaje para la vida del cineasta logrado con el mayor cuidado y el más latente cariño que la directora puede lograr. El acompañamiento musical es impecable, presente en todo momento y no invasivo, te permite disfrutar de los testimonios sin interferir. Más bien, sutilmente agrega un toque extra a la narrativa. Dejando de lado el ritmo, un tanto lento pero característico de este tipo de documentales, nos da un pantallazo claro y conciso del estilo que caracterizaba al cineasta y a los momentos más destacados de sus años en la industria, marcando claramente sus principales influencias y sus mayores inspiraciones.
Underwhelming documentary on Chilean master Raúl Ruiz By Pablo Suarez Points: 5 Alejandra Rojo’s documentary Contre l’ignorance Fiction! borrows its title from a quote by Chilean filmmaker wizard Raúl Ruiz, who, among many other considerations, can be seen as one the most resourceful and accomplished directors of a very personal vein of surrealism — while it’s also true that he did not fully adhere to any specific filmmaking style. Let’s say then that surrealism was as important as many other artistic trends he incorporated in his filmography. One of the leading directors of the New Latin American Cinema, Ruiz was born in Chile in 1941 and had exhaustive experience in avant-garde theatre — he wrote about 100 plays — and worked in television as well. A loyal yet critical supporter of Salvador Allende’s government, he was forced to leave the country after the military coup of 1973. From then on, he lived in exile in Paris, a place that welcomed his views on narrative and aesthetics. Soon enough, Europe granted him support for many of his productions, which were also critically acclaimed. By the time this unique poet of cinema died from a lung infection in 2011 aged 70 in Paris, he had made over 110 films, including fiction films, shorts, and documentaries, experimenting with 35mm, 16mm and video. His work was featured on European TV and movie theatres all over the world. One of his last films, the striking masterpiece Mysteries of Lisbon, was commercially released in Buenos Aires a few weeks ago with the critical acclaim it deserves. You’ll learn about some of these facts in Rojo’s documentary and won’t know a thing about others. It’s pretty clear the she did not want to make a conventional and educational documentary so she doesn’t go for a full portrayal of Ruiz, eschews resorting to lengthy interviews with those who knew him and worked with him, uses very little archive footage where you can see Ruiz talking, and only shows a handful of photos of him. Moreover, her omnipresent voice over gives out little information and is instead a conveyance for her thoughts and feelings about Ruiz — a trick which doesn’t always work that well. And while there’s nothing wrong with this, it should be said it’s not nearly enough to do justice to such a stimulating man. Because it so happens that Contre l’ignorance Fiction! lacks a central, strong idea to glue it together. You could say that a film on Ruiz — who, in his oeuvre, favoured digressions, scattered thoughts, fragments, and intertwining layers of reality — doesn’t have to have a central idea and a straight narrative. Maybe so, but the point is that Ruiz’s films still have a strong dramatic focus conveyed through his themes and set of aesthetics. And the notions and sensations stemming out of them leave a powerful impression on viewers. Whether you like his works or not, there’s no way you can be indifferent to them. But the same cannot be said about Rojo’s documentary. The snippets of interviews featured are inserted out of context, and since the film lacks a dramatic core these interviews could be virtually placed anywhere. Plus they don’t address the many meanings and ramifications of the notions they only convey. So these fragments end up being anecdotic pieces that only scratch the surface of things. The way fragments are used here doesn’t render a thought-provoking array of ideas: it’s digressive in a bad way. As minor achievements, you first have the effective interplay between some of Ruiz’s ideas as voiced out by himself and his friends with selected sequences from some of his films. It’s interesting to see how in Ruiz’s universe art imitates life — or life imitates art, for that matter. Some reflections upon what being an exile is and about Ruiz’s methods for making films are also relevant as to try to define, even if inconclusively, who Raúl Ruiz was. Not surprisingly, the scenes of Ruiz’s movies featured make up the most appealing part of the documentary. But the truth is, you already have the movies themselves. You don’t need a middle-of-the-road documentary. Production notes Contre l’ignorance Fiction! (2016) Directed by Alejandra Rojo. With Jorge Arraigada, Paulo Branco, Ricardo Pereira, Melvile Poupaud, Waldo Rojas, Raúl Ruiz (archive footage) Editing: Jérome Colin, Isabelle Puodevigne. Running time: 63 minutes. When and where Centro Cultural San Martín (Sarmiento 1551, www.elculturalsanmartin.org). From Thursday to Sunday throughout July (except July 8 and 9), at 8pm. Tickets at 40 pesos and 25 pesos (students and seniors) available at the venue and on www.tuentrada.com.
Hacer un documental sobre Raúl Ruiz es una tarea por demás compleja. Realizador de muchas vidas, muchas historias y muchísimas películas (más de cien), hacerle justicia en una biografía cinematográfica requeriría del tiempo y la amplitud de una miniserie. Pero la realizadora argentina radicada en Francia, en apenas poco más de una hora, elige otro camino: una lectura de su obra y de su persona que caminan cruzadas, una reflexión sobre la figura de este cineasta de ambos mundos y un cúmulo de historias contadas por amigos y conocidos que dejan entrever la personalidad (misteriosa, esquiva, poética, enciclopédica) del cineasta chileno. CONTRA LA IGNORANCIA, LA FICCION comienza con la muerte del realizador de la actualmente en cartel MISTERIOS DE LISBOA y retorna a su infancia, va y viene de su natal Chiloé a su prolífica carrera en Francia, muestra imágenes de algunas de sus películas y analiza las ideas y secretos por detrás de la puesta en escena de algunas secuencias (travellings dobles, lentes divididos). Todo esto sazonado de un anecdotario generoso de parte de su amigo, el poeta chileno Waldo Rojas, que incluye historias sobre sus largas noches de alcohol y comida (Ruiz era un gran bebedor, pero nunca se emborrachaba, según Rojas, ya que también comía abundantemente) y el aporte de algunos de sus colaboradores más reconocidos, que hablan de su proceso de trabajo. Paulo Branco –el productor de gran parte de su obra– es uno de los entrevistados y el que abre las puertas del mundo de Ruiz en rodaje, el actor Ricardo Pereira habla de su técnica para trabajar con los actores, el músico Jorge Arriagada devela detalles de cuán específicos eran sus pedidos respecto a las bandas sonoras, mientras que el actor francés, Melvil Poupaud nos ingresa al mundo del llamado Círculo de Belleville, grupo que Ruiz y otros integraban y que se dedicaba a la discusión y debate de todo tipo de cuestiones científicas y metafísicas, temas carísimos al realizador, como queda claro en su libro “Poética del cine” y en buena parte de su inclasificable obra. CONTRA LA IGNORANCIA… es un pequeño aporte a entender la figura de Ruiz, pero no intenta jamás abordar todas las facetas de su obra y su persona. Es un pequeño y cariñoso homenaje a una de las figuras más grandes e incomprendidas del cine, latinoamericano e internacional.
Existe una figura en cierta red social cuyo fundamento consiste en enviar un “toque” a algún contacto, una especie de llamada para conseguir una respuesta inmediata. Tal vez sea una imagen posible para graficar el documental de Alejandra Rojo, dedicado al enorme director Raúl Ruiz, cuyo fin parece ser sacudirnos de la comodidad racional e invitarnos al fascinante laberinto que sus películas proponen. La escasa duración no es un impedimento, por el contrario, un acierto que deja en evidencia dos ideas claras como documentalista. La primera es que la mejor forma de dar cuenta de la monstruosa filmografía del realizador es ir al meollo, a pocos procedimientos fundamentales para sentir sus imágenes y seguir sus ideas; la segunda destierra la posibilidad de cualquier método expositivo / didáctico consagrado a priorizar lo biográfico como signo excluyente. Esto último, que podría malentenderse en aras de reflotar un espíritu elitista, se convierte en la principal virtud de un documental al que le place jugar con la digresión y la fragmentación para hacer honor a la sustancia fílmica de una obra inabarcable y compleja. Al no haber un centro más que la percepción momentánea de los pasajes elegidos, las imágenes se complementan con justos testimonios de personas cercanas al entorno del director (amigos incondicionales en esta loca idea de sostener un arte singular) y declaraciones alternadas del propio Ruiz. Y si bien se rescatan fechas claves para la historia personal que marcaron decisiones políticas y estéticas, son las principales obsesiones las que dominan el espacio de interés. Allí están entonces las marcas de la infancia, las historias navales del padre, las conjugaciones del arte con la ciencia y las posibles combinaciones que destierran la narración anclada únicamente en un conflicto central (A propósito, un desvío personal: si hay una película que une los dos linajes familiares de manera elocuente es Combate de amor en sueño, del año 2000, donde un prólogo incluye matrices de historias de viajes con fórmulas científicas; aquí se unen la profesión materna, docente en matemáticas, y la influencia del padre con sus relatos de capitán de barco). Pese a la inevitable melancolía que trasunta toda evocación, el tono neutro de una voz en off conducente y analítica ayuda para acompañar las imágenes a través de breves intervenciones. Lo bueno del seguimiento es la discontinuidad. Si hay algo certero en el documental es la necesidad de eludir una estructura férrea para convertir en mármol al sujeto físico. A cambio, son sus ideas las que se materializan y un trabajo importante de montaje cuyo desafío es la síntesis, la condensación de partes que tienden a un único destino: la poesía. Conmueve (re)ver el doble travelling de El tiempo recobrado (2000) mientras escuchamos acerca de la no linealidad del tiempo y el privilegio del cine como arte que escenifica esa cuestión, pero principalmente la sensibilidad de Ruiz para ir un paso más adelante que cualquier otro a la hora de mostrarlo. También gratifica recordar de qué manera cualquier superficie especular conduce a una dimensión espectral, una de las principales condiciones para una película, siempre “condenada a ser un fantasma” de la memoria. Dice Ruiz en uno de los pasajes del filme: “No puedo dejar de hacer películas”; según la lógica del documental de Rojo, somos “tocados” y ahora está en nosotros seguir el itinerario. Por Guillermo Colantonio @guillermocolant
Escuchá el audio haciendo clic en "ver crítica original". Los domingos de 21 a 24 hs. por Radio AM750. Con las voces de Fernando Juan Lima y Sergio Napoli.