Quizás llame la atención que una comedia, con toques alocados y por momentos dramática, se meta con el tema de la bigamia, que suena más a leyenda de otros tiempos, realidades de inmigrantes y viajantes de comercio, que funcionó en la tele como en “Naranja y media” y que aquí requiere un ejercicio de adaptación del espectador. Aceptar que hoy es posible, que el bígamo en realidad tiene “mucho corazón” y que las mujeres cuando lo descubren se pondrán arpías. ¿Resultara cómodo para los espectadores de hoy aceptar esos conceptos que a priori atrasan? Puede ser que el carisma que Adrian Suar supo conseguir alcance para sus muchos seguidores, aquí además de protagonista es coautor junto al también director Marcos Carnevale. Por fuera de un tema de estereotipos y convencionalismos de otros tiempos, si se entra en la convención de comedias de enredos donde las cosas no salen bien, que exige mucha locura al comienzo y mucha “venganza” después, puede tener aceptación y éxito para los fans de Suar. Tanto Gabriela Toscano como Soledad Villamil cumplen con roles no muy favorecidos y resultan simpáticos e integrados tanto Darío Varassi como Alan Sabbah.