Un drama fantástico
Con diálogos escritos por Silvina Ocampo (extraídos de su cuento), el director Daniel Rosenfeld inscribe su película dentro del drama-fantástico y ambienta la acción en una mansión habitada por extrañas presencias.
Cornelia frente al espejo cuenta la historia de la joven del título (encarnada con buenos recursos expresivos por Eugenia Capizzano) quien llega a su casa paterna para suicidarse, pero su tarea no se concreta porque es interrumpida por una misteriosa niña, un ladrón (Rafael Spregelburd) y un amante (Lenardo Sbaraglia) con bigote postizo.
Como en un juego constante de imágenes reflejadas o una trágica visión de Alicia, de Lewis Caroll, la protagonista atraviesa su existencia a través de los otros personajes que se hacen ¿presentes? en la trama.
Excesivamente dialogada y plasmada en una puesta teatral, el film sólo llega a interesar por la presencia de su actriz principal y su juego con Sbaraglia, pero el clima hermético que se respira en el lugar y lo tediosa que se hace su visión, terminan envenenando el mismo cuento.
La tercera película de Rosenfeld (Saluzzi -Ensayo para bandoneón y tres hermanos-, y La Quimera de los Héroes) evidencia una sólida factura técnica pero con eso solo no alcanza. Lejos de conmover o inquietar, el film aleja a sus propios fantasmas.