Alma en pena
En Cornelia frente al espejo (2012), la primera obra de Silvina Ocampo que consigue una transposición cinematográfica, una mujer que quiere morir y ser salvada al unísono es la encargada de llevar adelante un maravilloso relato de género fantástico.
Cornelia, interpretada magistralmente por Eugenia Capizzano, se enfrenta a los fantasmas de su pasado, mientras un estado de letal agonía se apodera de su cuerpo y alma. Cornelia ha decido morir envenenada y es en esa transición entre la vida y la muerte que se enfrentará a tres seres que no serán otra cosa que el reflejo de ella misma.
Daniel Rosenfeld (La quimera de los héroes, 2003) logra mantener intactos los diálogos originales del cuento sin que pierdan peso en la traslación cinematográfica, cobrando fuerza a través de una puesta en escena armonizada por las composiciones musicales que el notable Jorge Arriagada creó como si tratase de una pieza de ballet, y que la fotografía de Matías Mesa refleja en imágenes que se asemejan a pinturas con vida propia.
De tinte surrealista, aunque de género fantástico, Cornelia frente al espejo es una obra que necesita de un espectador ávido de nuevas experiencias cinematográficas, no se va a encontrar con un cine que apuesta al minimalismo pero tampoco con un relato clásico, sino que más bien deberá someterse a un estado de ensoñación, de magia pura, de juegos exquisitos, un cine en donde todo funciona en base a un texto que cobra vida en la piel de cuatro maravillosos actores que hablan a través de sus vísceras.
Cornelia frente al espejo invita a vivir una experiencia única, que no tiene comparación alguna con nada que ya se haya visto, conduciendo al espectador, de la misma forma que lo hace con Cornelia, por una serie de laberintos sensoriales que no necesitarán ningún tipo de explicación. Sólo disfrute.