Una historia que discurre entre la realidad y la ilusión.
Este film se encuentra basado en el cuento homónimo de Silvina Ocampo. El director Rosenfeld (La quimera de los héroes, 2003; Saluzzi -Ensayo para bandoneón y tres hermanos, 2001), retrata los momentos que pasa una joven cuyo nombre es Cornelia (Eugenia Capizzano, "El nido vacío"), que ingresa a una enorme mansión, lugar que perteneció a su infancia. No es por simple gusto o azar que se encuentre allí rodeada de objetos y de retratos familiares, ella eligió ese lugar para envenenarse y morir.
Lugar donde habitan fantasmas, porque mientras la van envolviendo esas paredes del pasado, un ambiente asfixiante, se enfrentará a seres que son el reflejo de ella misma; entre colores tenues y una muy buena interpretación de Capizzano, se encuentra con su amiga (Eugenia Alonso), Una niña (Estefanía Conejo) se refleja a través de un vidrio donde apenas se ve su silueta, (en realidad representa a ella de niña).Un ladrón enmascarado (Rafael Spregelburd) y un novio (Leonardo Sbaraglia); con todos estos seres dialoga, recitan y nos introduce en un mundo lleno de fantasías, poesía, misterio, melancolía, miedos, dudas, utopías, y algo surrealista.
El film resulta bastante teatral, llevarla al teatro puede resultarle atractivo, esto a veces puede resultar muy difícil plasmarlo o reflejarlo en el cine. Las primeras secuencias resultan ser muy interesantes. Muy bien actuada con actores convocantes, la fotografía de Matías Mesa y la música del maestro Jorge Arriagada (magnifica), pero luego al ser tan dialogada y poética a algunos espectadores les podrá resultar soporífera, lenta y que le sobran algunos minutos.