Un poema vampírico
Un joven introvertido, un tanto apático y solitario, hijo de padres divorciados y con algunos problemas de adaptación, conoce a una joven parecida a él, misteriosa pero atrayente a la vez. Una relación comienza a crecer entre los dos, aunque indefinida y poco clara. Ella intenta alejarse, para no lastimarlo. El no entiende por qué actúa tan extraño, hasta que descubre la verdad: ella es un vampiro.
Si piensan que este planteo les resulta muy similar a Crepúsculo, así es, pero el resultado final es el extremo opuesto.
Eli (Lina Leandersson) es una niña de 12 años que, como ella dice, ha tenido esa edad durante mucho tiempo. No sabemos cómo llegó a su situación actual, ni tampoco sabemos qué le depara el futuro; simplemente vemos como finaliza una etapa y comienza una nueva. Lo mismo sucede con Oskar (Kåre Hedebrant), el joven de quien se enamora, que poco a poco se va introduciendo en su mundo y pasa a formar parte de su vida.
Somos testigos de muchas otras transiciones, además. Las de Eli y Oskar son las más obvias. Pero también presenciamos cómo varios de los habitantes de este pequeño pueblo de Estocolmo son víctimas y victimarios de lo que sucede alrededor de estos dos niños. No hay malos y buenos, cada uno sigue su “naturaleza”, su forma de ser, y las consecuencias que eso les acarrea.
Porque ciertamente cada uno de los personajes que encontramos en esta película es artífice de su propio destino. Acá no van a ver al típico vampiro cazador de cuellos desprevenidos de los cuales alimentarse, ni hordas de individuos con antorchas y estacas buscando cazar al ser en cuestión. La historia refleja un típico pueblito con sus típicos habitantes, entre los que se inserta un elemento extraño y fuera de lo común pero que de todas maneras se integra a la forma de vida reinante. Todo se da de forma natural, la llegada de Eli al pueblo, el encuentro con Oskar, las situaciones que van viviendo juntos; nada es forzado o tirado de los pelos. Es natural al punto en que nos resulta más chocante un hombre que vive con decenas de gatos en su casa o la saña que muestran tres chicos del colegio para con Oskar, que el hecho de que Eli sea un vampiro y su cuerpo se descomponga lentamente a medida que se va quedando sin reservas de sangre. Y esto no es un logro menor.
Algo más que chupasangres
¿Es verdaderamente una película sobre vampiros, o es esto una simple excusa para contar una historia romántica como tantas otras? ¿Es posible catalogar a una película como vampírica cuando esta característica de uno de sus protagonistas es apenas un elemento más de la trama, pero de ninguna manera el principal? Absolutamente. Y es acá donde reside el punto máximo de este film. Logra transmitir todo el clima romántico-depresivo que forma parte esencial de toda historia vampírica, pero sin hacerlo de la manera superficial y obvia a la que estamos acostumbrados.
Toda la trama se construye por medio de una plétora de sutilezas, como los increíbles gestos y miradas entre Eli y Oskar (con magníficas actuaciones de Lina Leandersson y Kåre Hedebrant), los largos planos estáticos, los eternos momentos de silencio (presencia fundamental a lo largo de toda la película) y la nieve, infinita e imperturbable.
Sin embargo, eso no quiere decir que no encontremos escenas de extrema crudeza. Al contrario, están presentes a montones a lo largo del film. Pero dentro del contexto en que se encuentran cobran un significado completamente distinto al de la película de vampiros promedio. Eli es lo que es, no reniega ni se vanagloria de su condición. Simplemente se presenta como un ser vivo que necesita de sangre para sobrevivir. Y hace lo que tiene que hacer. No demuestra placer en ello, pero tampoco el desdén o la tortura a la que nos tiene acostumbrados Hollywood. No es un alma en pena perseguida por su condición, simplemente demuestra la resignación de aceptar su realidad, al igual que Oskar y sus problemas en el colegio o el resto de los habitantes con sus trabajos, parejas y problemas cotidianos. Lo único que pueden hacer al respecto es decidir a quién dejan entrar a sus vidas que puedan marcar la diferencia.
Oskar, un muchachito con... algunos problemitas
Oskar, un muchachito con... algunos problemitas
Y es que el título original (“Let the right one in”, algo así como “Deja al correcto entrar”) resume de manera muy certera el punto central de toda la película. No se trata de quienes se cruzan en tu camino, ni de quienes te atacan, quienes te quieren o quienes te odian, sino de a quienes dejas que entren en tu vida, te conozcan como verdaderamente sos y pasen a formar parte de tu existencia. El mito antiguo de que los vampiros necesitan ser invitados para poder acceder a la casa de cualquier persona es re-significado desde el punto de vista en que es Eli, desde el comienzo, quien debe decidir cuál es la persona correcta para entrar a su vida y compartir con ella sus secretos y sus miserias. Nada más alejado que “Criatura de la noche” para describir este film.
Made in Sweden
Por supuesto, gran parte de la gloria la merece la excelente dirección de Tomas Alfredson, que con un ritmo extremadamente pausado y encuadres muy meticulosos dio vida de manera magnífica al guión de John Ajvide Lindqvist, quien además es el autor de la novela original en la que se basa la película.
Con más de 50 premios a lo largo de todo el mundo, no es raro que le haya valido al director un pase directo a Hollywood, donde ya comenzó la pre producción de “The Danish Girl”, una nueva película protagonizada por Nicole Kidman y Gwyneth Paltrow.
Lo cierto es que hay que agradecerle a los suecos habernos brindado una película de vampiros diferente. Quienes estén buscando el gore o la acción trepidante típicas del género ciertamente van a sentirse defraudados. Esta es una película que se toma su tiempo para establecer los climas pertinentes y mostrar las reacciones y sentimientos de todos sus personajes. Todo es retribuido, ninguna escena sobra, ninguna mirada, ningún gesto, pero todo ocurre a su debido tiempo.
Definitivamente es una película que no va a pasar desapercibida y el personaje de Eli te va a quedar grabado en la retina. Y si tenés alguna duda, preguntale a Oskar.