Susurros en la noche
Qué increíble es nuestra cartelera porteña. A pocas semanas de estrenarse la segunda parte de la saga Crepúsculo, que rompe records de recaudación en todo el mundo y se convierte cada vez más en un fenómeno cultural de masas, esta semana tiene lugar (¡por fin!) la aparición de una pequeña joya de origen sueco llamada Let the right one in (Criatura de la noche: Vampiros). Y si a primera vista ambas películas tratan sobre el amor entre un humano y un vampiro, no podrían ser más diferentes en cuanto a tratamiento y calidad se refiere. En Crepúsculo tenemos un producto, mientras que Criatura de la noche derrocha cine por todos lados.
Let the right one in (título original del film) trata sobre la amistad que entabla el joven Oskar, un chico de pelo blanco albino, abusado constantemente en su escuela y con curiosidad por coleccionar recortes de diarios sobre asesinatos y muertes macabras, con una vecina que acaba de arribar a su departamento. La extraña pequeña de 12 años se llama Eli, vive con un anciano misterioso llamado Hakan y se pasea por el patio del edificio a la noche en camisón blanco sin que le molesten las heladas temperaturas del lugar. Esta amistad despertará en Oskar una serie de sentimientos que jamás había experimentado antes y culminará en un profundo amor, ignorando que en realidad Eli es nada más y nada menos que un vampiro de más de 100 años. Pero no un vampiro pintón que se pasea con ropa de marca y mirada de emo cool por la vida, sino un salvaje animal con instintos primarios que necesita alimentarse violentamente de sangre humana para sobrevivir, lo que la obliga a cometer una serie de asesinatos que conmueven a los habitantes del pueblo en el que ella y Oskar residen.
No es esta una obra de fácil absorción a primera vista. Hay varias lecturas que se pueden establecer sobre la película, en donde se mezclan géneros como el terror, el melodrama, el romance y el thriller. Pero lo que realmente impacta es el naturalismo con que el director Thomas Alfredson retrata las inquietudes sexuales del protagonista, con la curiosidad propia de un joven a punto de salir de la niñez y entrar en la adolescencia. Por esto, y dado también el origen de Eli, la relación entre ambos se hace cada vez más compleja a medida que avanza el relato ¿Sentirá ella la misma atracción hacia él, o será que ve en Oskar a un futuro asesino, como consecuencia de esa obsesión suya por los asesinatos y abusos sufridos en su colegio? ¿Conseguirá que Oskar sea su nuevo proveedor de sangre para que ella no tenga que salir a revelar su verdadera naturaleza? La respuesta no le será dada al espectador en forma tan sencilla, y esa habilidad del director para no mostrarnos el cuadro entero de la situación (hay pocas pistas sobre el origen de Eli, que hasta hacen dudar de su verdadera sexualidad) es lo que hace de Let the right one in un film tan extraño como fascinante.
Pero esas son sólo algunas de las razones que hacen tan especial a la película. No mencioné aún las brillantes actuaciones de los chicos protagonistas, ni el excelente trabajo de fotografía que recalca el contraste entre el blanco puro de la nieve con el rojo pasión de la sangre que derrama Eli cuando aniquila a sus víctimas, ni el brillante trabajo de puesta de escena y fuera de campo a la hora de crear suspenso en las escenas más aterradoras (la parte final en la pileta es una de las escenas del año). Por todo esto y más, recomiendo que en lugar de hacer colas eternas con adolescentes gritonas para ver Luna nueva se crucen a la vereda de enfrente y no se pierdan de una verdadera, trágica y apasionante historia de amor. Se llama Criatura de la noche: Vampiros.