LO QUE PASÓ DESPUÉS DE LA TORMENTA Es una lástima lo que sucede con esta película de Mariana Barassi, ya que durante una hora logra sostener con cierta solvencia un relato centrado casi exclusivamente en dos personajes y en -casi- un único espacio. Incluso logra sobrellevar su herencia teatral (está basada en la obra Testosterona de la mexicana Sabina Berman) con una puesta que aprovecha perfectamente esa redacción de periódico vacía en la noche de Navidad en la que se enfrentan los personajes, el director (Ernesto Alterio) y la subdirectora (Clara Lago). Pero hay un giro que aproximándose al final vuelve todo tan poco riguroso, tan subrayado y tan gritado, que a punto está de desbarrancar el producto final. Antonio, el director de un diario aparentemente influyente, tiene que dar un paso al costado y debe elegir quién lo suceda en el cargo: los principales candidatos son un hombre y una mujer, ambos subdirectores. El, Vargas, que aparece en unas pocas escenas, es presentado por los otros personajes como un arribista, alguien capaz de las más innobles artimañas en el nombre del periodismo. Ella, Maca, es una mujer con una mirada más romántica sobre la profesión, con principios y una vida personal que siempre sucumbe ante lo profesional. Pero que es vista por el entorno con cierta debilidad, ya sea porque efectivamente no se impone como debe o porque por ser mujer el ambiente machista se la devora. Crónica de una tormenta está ambientada en una noche previa a la Navidad, con una redacción vacía y con Antonio y Maca encerrados en un diálogo que va de lo privado a lo público, de lo personal a lo general, de la mirada de género a la mirada sobre la profesión, sobre el rigor de ser periodista y sobre los renuncios a los que lleva una vida centrada en lo profesional. Hay que reconocer que Barassi hace lo que puede con una película que se impone desde lo verbal, desde las sentencias, y que centra parte de su efectividad en el duelo que sostienen Alterio y Lago. Para disimular lo teatral, pasea a los personajes por esa redacción vacía, por los talleres de impresión, y en ese recorrido registrado con cierta elegancia, más la tormenta que se avecina de fondo, logra que algo del vacío existencial que atraviesan Antonio y Clara se transmita a la pantalla. Hay un dejo de melancolía que le hace muy bien al relato. También es cierto que Crónica de una tormenta padece de algo que es propio de estas adaptaciones de obras teatrales contemporáneas, y que es la forma en que la “verdad” de los personajes se expone. Como si hubiera una necesidad de darle la razón intermitentemente a cada uno, hay algo mecánico en el texto que vuelve el espacio un ring de boxeo verbal, con los protagonistas siendo golpeados por ratos: un round la verdad la tiene Antonio y un round la tiene Maca, como si el relato no se animara a tomar partido por uno de los dos o como si hubiera una necesidad de contemplar todos los puntos de vista posible. Pero esto, que podemos señalarlo más como un defecto estructural del guion que como una herida mortal, no es nada a lo que sucede una vez que los personajes toman una decisión y pasa la tormenta real para volverse metafórica. Actuaciones fuera de registro, personajes que avanzan contradictoriamente, explicitación de un discurso político torpe, gritos y pocos susurros. Como si el drama íntimo de aquellos dos diera paso al thriller corporativo que estaba agazapado y todo se resolviera en un mar de cinismo que derriba no solo el afecto por una película pequeña y profesional, sino también por unos personajes que pierden el encanto con el que habíamos aprendido a aceptarlos.
Fallida adaptación de la obra TESTOSTERONA, que en nuestro país la vimos con Miguel Ángel Solá y Paula Cancio como Doble o nada, que en esta oportunidad no suma nada nuevo a una puesta alejada de lo cinematográfico. La interpretación de Clara Lago potencia un relato pintado con trazos gruesos.
Adaptar una obra de teatro para que dé su salto a la pantalla resulta siempre un gran desafío y aun cuando la potencia del texto amerite probar suerte con una adaptación dentro del cine, no siempre los lenguajes resultan armónicamente trasladables. “CRONICA DE UNA TORMENTA”, estreno en la pantalla de www.cine.ar/play de esta semana, con guion y dirección de Mariana Barassi, asume el riesgo de adaptar el potente texto teatral de Sabina Berman, “Testosterona”, que toca un tema profundo y actual: la dificultad para que aquellas mujeres que se encuentran perfectamente capacitadas para acceder a los puestos de poder, puedan ocuparlos y seguir avanzando en sus carreras –tabú que sigue presente dentro del mercado laboral actual donde no se han producido, todavía, las modificaciones esperadas- en un espacio gerencial mayoritariamente dominado, manejado y con un acceso mucho más habilitado naturalmente para los hombres. Como un gran plus para la historia, la pieza de Berman y del mismo modo la película, se sitúan en el mundo del periodismo y las noticias, con lo cual la interdicción para que una mujer escale dentro de los puestos más altos de la pirámide, es mucho más complejo aún. Y todo se complejiza cuando se quiere llegar al tope del rascacielos. Justamente allí, en el entorno de la dirección de uno de los periódicos más exitosos, encontraremos a la pareja protagónica: ellos son Antonio (Ernesto Alterio), director del periódico que por un tema personal deberá abandonar su cargo y deberá elegir a su sucesor… o su sucesora. La disputa del puesto estará entre Maca (Clara Lago), subdirectora de la redacción y Vargas (Quique Fernández) un experto manipulador que da vida a un personaje que en la obra sólo se nombra en reiteradas ocasiones pero que nunca se hacía presente y que es una de las decisiones que toma la adaptación para darle un mayor cuerpo cinematográfico a la pieza teatral. Berman sigue sosteniendo en su texto, y la película vibra en la misma sintonía, lo difícil que resulta para cualquier mujer, romper ese techo de cristal que se hace presente en todas las organizaciones y la (casi) imposibilidad de llegar a ocupar un rol jerárquico, de dirección. Lo difícil que es ver a una mujer a la cabeza de una compañía, con una sensación de quedar permanentemente relegada a llegar, como máximo, a un segundo escalón. En ese sentido, la elección de una locación como la de un periódico es realmente importante a la hora de establecer mecanismos de poder, conspiraciones, manipulación, negocios alternativos y sobre todo la fortaleza para conducir con mano segura una usina tan potente como un diario donde potenciado junto con las redes, pueden ser capaces de echar a rodar e imponer, con la misma certeza, una fakenews que una noticia verdadera. Afuera es Nochebuena y la tormenta del título, los deja atrapados en las oficinas, en una noche tan particular, en donde justamente habrá todo tipo de confesiones y entre tantas otras, Maca se enterará de que Antonio deja su puesto por un problema personal donde está en juego su salud, y ella es precisamente una de las candidatas a sucederlo. En el texto original, su título, “Testosterona” hace una clara alusión a esa hormona (que, por esas cosas azarosas se sigue haciendo referencia como perteneciente al mundo exclusivamente masculino, cuando ya se sabe que está presente tanto en hombres como en mujeres) que impulsa tanto las conductas sexuales como las de combate, una hormona alineada con el poder y la pasión. Si hay algo que le falta a la puesta de Barassi, es justamente la testosterona en el mejor sentido de la palabra. Sus personajes parecen carentes del nervio que el texto necesita, lucen desalmados y “lavados” en medio de esa tormenta en donde cada uno desnuda su intimidad, se expone y salen a la luz debilidades y fortalezas que, al menos en las construcciones de Clara Lago y de Ernesto Alterio, sólo bordean la corrección, el perfecto oficio, pero que no logran transmitir el momento de encrucijada tan complejo que están atravesando en esa noche de decisiones contundentes. Quienes hayan visto la puesta teatral protagonizada por Osmar Núñez y Viviana Saccone (también estuvo la puesta con Miguel Angel Solá y Paula Cancio, adaptación que se conoció bajo el nombre de “Doble o Nada”) entenderán a las claras que estos dos personajes necesitan otra vibración, otro nervio, otras química entre ellos. Los dos actores que fueron un torbellino en el escenario del Multiteatro y modelaron ferozmente el texto de Berman, cosa que en “CRONICA DE UNA TORMENTA” lamentablemente no sucede. Son pocas las escenas en las que el filoso texto de Berman sale a la luz en todo su esplendor e, inclusive, el ritmo del decir de los personajes hace perder la ferocidad y la carga de violencia con la que se disparaban esos personajes en escena Alejados de toda comparación, la película de Barassi es correcta, las actuaciones tiene momentos de lucimiento pero no se hacen carne de un texto de denuncia, de esa mirada ácida y sin concesiones al mundo del trabajo que propicia Berman, ese ámbito dominado por los hombres y sus preconceptos ni tampoco trabaja hábilmente sobre la voracidad del personaje femenino para intentar por todos los medios seducir a su presa –donde “el fin justifica los medios”- y obtener ese puesto tan ansiado. De todos modos, es una película que invita a la reflexión sobre estos temas que se encuentran permanentemente en la Agenda actual y revisar, una vez más, porque en ese rascacielos, donde se decide quién manda y cómo se ejerce el poder, el espacio para las mujeres parece quedar reducido a esa sensación tanguera de “la ñata contra el vidrio”, mirando todo desde afuera, un poco más cerca, pero tan inalcanzable como siempre. POR QUE NO: «Clara Lago y de Ernesto Alterio, sólo bordean la corrección, el perfecto oficio, pero no logran transmitir el momento de encrucijada tan complejo que están atravesando en esa noche de decisiones contundentes»
Basada en “Testosterona”, la obra teatral de la mejicana Sabrina Berman, Crónica de una tormenta se interroga sobre dos temáticas actuales: las fake news como herramienta de manipulación social y las problemáticas de género asociadas a la desigualdad laboral en puestos de poder. Con una propuesta que parece ser fiel al texto original, Mariana Barassi apuesta a la construcción de una ficción que debe casi nada a la presentación de acciones, pero todo a la construcción de imágenes mentales logradas a través de los diálogos, particularmente entre la dupla protagonista: Antonio (Ernesto Alterio) y Macarena (Clara Lago). Desde esta lógica, la puesta en escena se desarrolla con pocos cambios de escenarios y todos ellos dentro del ámbito del diario El Nuevo Imparcial. Es la víspera de Navidad, y los personajes parecen haber quedado literalmente atrapados por una fuerte tormenta. El transitorio aislamiento les da oportunidad para recordar anécdotas de su pasado, pero luego, la charla se torna turbia; un extraño interrogatorio sobre la vida de Macarena es seguido por una confesión impensada. Antonio es el director del diario y debe elegir un sucesor entre sus dos subalternos: Vargas y Macarena. Las opciones no solo definirían un ascenso para uno, y el despido automático para el perdedor, sino que delinearían propuestas de trabajo muy divergentes. Maca apuesta, en principio, por la honestidad profesional, el trabajo en equipo que tienda más a la horizontalidad de tareas y responsabilidades. Formada bajo el ala de Antonio en la universidad, Maca persiste y resiste en un tipo de periodismo que en la actualidad parece en extinción: la investigación rigurosa que coteja las fuentes, fruto de esfuerzo y paciencia. Por el contrario, Vargas, parece descripto por Maca como un ser despreciable con pocos códigos, adepto a buscar la noticia a través de mecanismos turbios o ilegales y en donde la nota y su impacto es más importante que la “verdad” social. Si bien Antonio no desmiente la interpretación que Maca hace de Vargas, lo cierto es que parece dudar respecto del liderazgo que ella podría ejercer en la empresa. Este diálogo, empalma con la segunda problemática propuesta por Crónica de una tormenta y que atañe a la complejidad que las mujeres profesionales tienen para ocupar posiciones gerenciales. La historia está bien planteada y sus recursos técnicos bien desempeñados. Por otro lado, Crónica de una tormenta tiene una propuesta que escapa un poco al estándar de ficcional que se apoya en la mostración de las acciones y es claro que apuesta a la palabra como medio para generar tensión y suspenso. Pero podría cuestionársele -tal vez a la obra teatral que dio origen al proyecto y no solo a esta adaptación de guion-, que los temas así presentados no ahondan realmente en su complejidad. No es la idea plantear que las fake news en cuanto tal, o la manipulación de información que favorezca una campaña electoral, no son en sí un dilema. Pero sin duda la dinámica de la implantación adrede de noticias falsas no es un tema que tenga relevancia únicamente por ser malintencionadas. Es decir, no podemos pensar en el dilema prestando únicamente atención a la manera en que son producidas sino en la manera en que son recepcionadas. ¿Acaso el problema actual es únicamente que alguien le paga a alguien para que algo que no sea cierto sea noticia certera? ¿El problema actual es que un partido político le pague a un medio de comunicación para que le haga prensa? ¿Es eso novedoso? O en cambio, el mayor problema es que estamos frente a una audiencia carente de recursos que le permite discernir que, en principio, toda noticia es una construcción desde alguien que habla y que emite una opinión, por solapada que sea. Si un espectador no puede entender que una noticia es la construcción de un discurso, ¿qué estrategias le quedan para enfrentar las nuevas fake news que copan las plazas en las redes sociales? Bueno, nada de esto atañe a la trama. Esta es una historia que bien hubiera despertado nuestro interés en la época de Todos los hombres del presidente (1976) por ejemplo, o tal vez Los tres días del cóndor (1975). Las películas de Pakula o Pollack no son geniales porque sean en sí casos cinematográficos espectaculares sino porque son películas que se interrogan por lo que su época demanda. Eso las hace geniales. Y siguiendo el hilo de esta argumentación, algo similar podría decirse respecto de la problemática de género que parece desarrollarse a raíz de los problemas que Maca ha enfrentado en la empresa. El problema planteado parece ser que no solo hay cierto obstáculo para que ella sea vista como “jefe” por el hecho de ser mujer, sino que, por el hecho de ser mujer, la demanda profesional del periodismo en un puesto gerencial es incompatible con el rol de la mujer en la construcción de un hogar. Y en este aspecto, es muy probable que la película tenga razón. Así y todo, llegados a este punto habría que preguntarse si la lucha por la igualdad de los derechos de las mujeres no esconde detrás la idea de que lo que estamos reclamando no sea también la igualdad de derechos para ser explotados de igual manera por el sistema empresarial. Porque cuando hablamos de igualdad de condiciones, lo primero que habría que interrogar sería de qué condiciones estamos hablando. En síntesis, Crónica de una tormenta tiene aciertos ya mencionados, pero a los que podemos agregar las interpretaciones actorales -que en un proyecto de este tipo resultan indispensables- así como una fotografía muy cuidada. Pero así todo, su propuesta es más para pasar el rato, para vincularnos con temas de interés pero sin repensarlos demasiado y sin proponer alternativas a las soluciones que ya conocemos. CRÓNICA DE UNA TORMENTA Crónica de una tormenta. España / Argentina, 2020. Dirección y guión: Mariana Barassi. Intérpretes: Ernesto Alterio, Clara Lago, Quique Fernández, Mora Recalde. Diseño de sonido: Martín Grignaschi. Dirección de fotografía: David Mayo. Producción: Gerardo Herrero. Montaje: Clara Martínez Malagelada. Duración: 85 minutos.
Testosterona, la obra teatral de la mexicana Sabina Berman, es la historia base para su adaptación al cine en Cronica de una tormenta que se estrena este jueves en plataformas de Cine.ar. Realizada en coproduccion entre España y Argentina, a traves de esa ya vieja sociedad entre Gerardo Herrero (España) y Haddock Producciones (Argentina) está protagonizada por Ernesto Alterio y Clara Lago. Opera prima también dirigida por una mujer, la madrileña Mariana Barassa. Que se trate de una obra teatral se nota en la encerrona de sus pocos personajes, mayormente dos, sujetos a lo que brinda ese reducido espacio del diario en la víspera de una Nochebuena. La entrega al periodismo como la más noble de las actividades se enuncia con cierta nostalgia tramposa, y pronto va dando entrada a un juego de dominó en el que se van desenmarañando las estrategias del poder. El director de un diario debe elegir a su sucesor entre sus dos subdirectores. La diferencia entre los hombres y las mujeres cae en la obviedad,y la charla que tendrán durante esa noche Antonio y Maca rápidamente toma el camino hacia la interrogación sobre la moral y la maternidad. El título de la obra de Berman es más que evidente. Ambiciones de un lado y del otro, y con un título que busca más la taquilla que la resonancia de algún significado, Cronica de una tormenta tiene un único motor en su historia y es el diálogo. Porque es el dialogo y no las acciones lo que empuja hacia adelante, son los tonos de voz, las miradas, y las emociones exteriorizadas el dispositivo limitado por cierto que responde precisamente a su origen teatral. No hay obligación para que esos personajes pasen toda la noche en su trabajo salvo la resolución de una disputa basada en la atracción que tiene el poder; el pasado de una relación profesor-alumna y una admiración-atracción son temas que se diluyen en un momento no muy identificado. La película gana en la actuación, en lo ajustado de su fotografía, no mucho más.
El poder de la información No es casual que la tensión dramática de esta película que transcurre en las instalaciones de un periódico gire alrededor del manejo de la información y la manipulación de la misma de quienes ostentan el poder. Una impecable propuesta que mantiene en vilo al espectador. Crónica de una tormenta (2020) está basada en una obra de teatro (Testosterona de Sabina Berman) y se nota. Apenas dos actores en escena en casi la totalidad del film (Ernesto Alterio y Clara Lago) quienes se sacan chispas con un duelo verbal que llega a límites insospechados. Otros dos actores se suman en puntos específicos de la trama (Quique Fernández y Mora Recalde). Toda la película transcurre en el edificio del diario paradójicamente apodado Nuevo imparcial. Estamos en Noche Buena luego de un discurso del titular del medio anunciando a sus empleados una reestructuración. Director y sub directora suben a las oficinas de los jefes y, en una charla atípica él le anuncia a ella que habrá cambios en el puesto mayor y la decisión está en sus manos. No solo eso, de los 2 contrincantes uno será elegido y el otro, echado del periódico. La tensión no tarda en llegar en ésta coproducción entre España y Argentina que tiene sus tópicos en la verdad de la noticia, la ética periodística y bajezas de los profesionales del medio. Temas recurrentes y contemporáneos aquí articulados en un relato dirigido por Mariana Barassi que depende de sus actores centrales (de gran desempeño ambos) y del arco argumental quirúrgico para nunca soltar la tensión dramática.
Debut directorial Mariana Barassi, que toma referencias cinematográficas como “Primera Plana” (1974, Billy Wilder) y “Después de la Tormenta” (2016, Hirokazu Koreeda), y se basa en la obra “Testosterona”, escrita por la autora mexicana Sabina Berman en el año 2014. Obra que tuviera logradas adaptaciones en nuestra cartelera teatral porteña, como fueran los casos de “Doble o Nada” (2018, donde Miguel Ángel Solá y Paula Cancio compartieron escenario), con dirección de Quique Quintilla, y la propia “Testosterona”, de Daniel Veronese, protagonizada por Viviana Saccone y Osmar Núñez. Ernesto Alterio, Clara Lago y Quique Fernández se colocan al frente del reparto aquí. “Crónica de una Tormenta” describe los obstáculos que sufre una mujer para ascender profesionalmente en un mundo donde el género pareciera ser condición excluyente y lo masculino, dominante. Alterio interpreta al veterano director de un poderoso multimedio, quien, tras enterarse que (supuestamente) padece una enfermedad terminal, deberá elegir su relevo. Para ello, plantea la estrategia del mentado ‘doble o nada’ sobre una cruel premisa competitiva: dos candidatos aparecen como posibles sucesores y sólo uno de ellos ganará el cargo de director. La decisión a tomar es extremadamente más compleja y se dirimirá en el despacho principal, en una lluviosa noche, como todo manual cinematográfico indica acorde a tan turbulenta atmósfera emocional. Los factores determinantes que pueden inclinar la balanza de su decisión conforman los vericuetos argumentales que presenta la reciente adpatación: ¿será el género sexual?, ¿la experiencia profesional?, ¿la audacia para capturar una primicia?, ¿o la virtud de no caer en la trampa? El enfrentamiento verbal entre el jefe y su protegida da paso a un circo romano impiadoso y brutal, cuyo vencedor dialéctico, más allá de dirimir quién ocupará el puesto, pondrá en evidencia los actos de los que ambos son capaces. Las manipulaciones y las invasiones sobre la mutua intimidad sacan a relucir la peor versión de cada uno. En un juego ético cruel, que expone debilidades y miserias, asistimos a un retrato sin tapujos que nos habla acerca de la dominación en un terreno donde prima la ley del más fuerte. Combustionando aún más la escena, el condimento sentimental se juega fuertemente entre los protagonistas: una furtiva pasión vicia estas horas decisivas, volviendo más compleja cualquier decisión que, con frialdad, se requiera tomar. Los prejuicios sociales, las absurdas distinciones de género y también las subjetivas capacidades que valora el medio de comunicación en cuestión, definirán la posibilidad de un individuo para ser promovido o coartado en su ascenso profesional. Así funciona esa rueda de poder, indefectiblemente. Marian Barassi busca reflejar la realidad y la desigualdad de género que impregna a la obra original, dotándola de un fuerte anclaje en el presente, tratándose de un tema de honda sensibilidad social. Este micromundo representado por ese despacho ubicado, en el último piso de un gigantesco edificio, cual templo sagrado en donde sacrificarse, funciona como reflejo del panorama actual en el que vivimos: un mapa social que pretende masculinizar a la mujer y que valida cuanto ‘más de hombre se tenga’, donde cantidad de testosterona (y lo que no se tiene, se compra) mide la fuerza que equivale a capacidad física, y dicha capacidad física se valora por la efectividad en aplastar, metafóricamente, al otro semejante. O a sus ideas. Literalmente. Pueden pecar ciertos diálogos de falta de naturalidad, puede incluso la pareja protagónica no gozar de la química en pantalla que sus dos antecesoras, anteriormente mencionadas, exhibieran sobre las tablas. Puede cierta previsibilidad achatar una narrativa que carece de genuino nervio y parece concebida, en su punto culminante, con trazo grueso. Sin embargo, y pese a sus notorios desniveles, “Crónica de una Tormenta” ficcionaliza una historia que se repite a diario y es absolutamente real. Y valedera por ello. Anima a la reflexión la búsqueda por derribar es esta forma de poder anquilosada que concebimos como piramidal, vertical y perteneciente a otro tiempo. De un autoritarismo obsoleto, acaso un concienzudo análisis acerca del funcionamiento de un multimedio como metáfora perfecta para pensar acerca del poder político. Una historia universal y atemporal que nos interroga acerca del verdadero precio del poder. Una oportunidad no del todo aprovechada a la hora de rescatar la valía de una obra imprescindible.