AMIGOS SON LOS AMIGOS
Paula Markovitch, directora y escritora de Cuadros en la oscuridad, expresa que se inspiró en la vida de su padre, Armando Markovitch, quien vivió y creó su obra plástica en medio de una absoluta marginalidad política y económica. “A pesar de ser un artista apasionado, de quien conservo más de mil cuadros, él nunca expuso su obra en vida y trabajó hasta los 58 años en una gasolinera”. Pero además ingresa en esta historia la madre de la directora: “también me inspira la enseñanza de mi madre: Genoveva Edelstein. Ella fue dibujante y grabadora y daba clases de arte a los niños del barrio marginal donde vivíamos. Ella consideraba que en cada ser humano hay un artista y sólo es necesario despertarlo”.
Teniendo en cuenta lo expuesto, no sorprende la trama de este film, donde el protagonista es Marcos, un artista de 65 años que nunca ha podido exhibir sus pinturas: trabaja en una gasolinera y tiene pensamientos amargos acerca del destino. Un día, un joven ladrón de 13 años llamado Luis, entra en su casa creyéndola deshabitada. Luis es el único testigo de la obra de Marcos. Entre ambos surge una extraña amistad que les da nuevas respuestas acerca del arte y la vida.
Este drama intimista utiliza la imagen como principal vehículo para narrar, dejando a los diálogos en un segundo plano, solo usándolos para aportar algún dato sobre los protagonistas que sirve para darle un mayor contexto a lo que se muestra. Esta elección de la directora provoca que el espectador solo perciba sensaciones de los actores mediante sus gestos y reacciones, dejando cierto hilo caótico, ya que quien observa puede interpretar una situación determinada de diferente manera.
A su vez, resulta vital lo expuesto al inicio en palabras de la directora, aportando un elemento extra para comprender aún más esta historia que quizás la gran mayoría de los observadores no posee. Esto le juega en contra, generando que se pierda gran parte de la valía del relato, provocando que el film nunca termine de crecer y su historia finalice siendo una mera anécdota.
La elección de priorizar la imagen sobre el diálogo le permite hacer un interesante retrato sobre la marginalidad y la pobreza, pero este acierto se queda a mitad de camino, ya que nunca llega a profundizar estás temáticas. No obstante, la soledad y el abandono son brillantemente exhibidos en esta producción que, a pesar de no ser de excelencia, pretende ser original y hablar sobre la tristeza del ser de una forma distinta, más allá de la historia familiar de la directora.