Historias de amor
L ópera prima de Natalia Hernández, es una comedia romántica coral sobre un grupo de jóvenes que lucha contra viento y marea en busca del amor.
En tiempos de redes sociales y aplicaciones tendientes a provocar esa cita a ciegas de tus sueños, uno podría vivir fomentando sus expectativas a ilusiones irrisorias. Hoy en día entablar una conversación con alguien parecería algo sencillo: un like, algún tema en común que dispone el perfil de la persona o alguna mueca de interés a aprovechar. Sin embargo, estas trampas generan que el desamor sea posible ya que, como tan rápido uno puede subir, más veloz aún se puede caer hacia la desilusión. A veces, lo más sencillo, lo más tengible, está en los detalles, en esas señales a nuestra merced. Las vueltas de la vida es ese complejo camino que se atraviesa. Estar atentos es la cuestión. Natalia Hernández con su opera prima Cuando brillan las estrellas (2018), nos brinda una película en la cuál nos es sencillo empatizar. El amor, las revanchas, los sueños y las frustraciones se ponen sobre la mesa en una ficción que se inspira de la realidad.
A través de distintos tipos de personajes que protagonizan cada una de sus historias, Cuando brillan las estrellas genera atracción desde su inicio: un niño de diez años y su primer frustración amorosa. Las marcas que ese tipo de situaciones provocan son tan poderosas y perduran en el tiempo como la rajadura en un vidrio. La única manera de solucionarlo es enfrentándolo. Quizás cambiar el vidrio y volver a comenzar sea lo más sencillo, pero hay quienes se deciden a continuar con ese elemento roto pese a que su visión se encuentre obstaculizada. Este tipo de dilemas se detallan en la película a lo largo de cuatro historias. Un joven dolido en el amor, fanático de los crucigramas, que le presentan a una mujer mayor a él para que tenga sexo casual. Una pareja que está por separarse. Dos jovenes que se verán por primera vez para tener su cita. Y, por último, la historia de una chica que, pese a no querer, cae en la telaraña de su ex pareja y lo vuelve a llamar.
El guion, a cargo de Sebastian Rotstein (20.000 Besos), nos permite introducirnos de manera eficaz en los periplos de cada uno de los personajes. Estos jóvenes, cercanos a la tercer década de edad, podrían ser personas conocidas por nosotros o, porque no, sujetos similares a uno mismo. Ahí está el acierto: no ambiciona por irse al extremo en las situaciones, si no que todo es real y los sueños que se auspician son puros y románticos. La construcción de escenas cómicas no escasean (la lucha en la plaza contra los vándalos es de lo mejor del largometraje). El drama, prolijo gracias al manejo de cámara de la directora, a veces peca al buscar el impacto: es muy arriesgado, y hasta genera cierta incomodidad, el mostrar una escena de violencia entre dos personas de sexo opuesto. Sin embargo, el film no decanta en esto y logra reponerse y continuar camino hacia su brillante final. Una película coral, con historias diversas, pero con esa sencillez romántica como el eje de todo, no podía renunciar a sus principios: el amor es lo que nos mantiene vivos.
Natalia Hernández podría estar orgullosa de que su primer largometraje sea una comedia en la cual el espectador se pudiera sentir identificado. Quizás no sea sencillo retratar todos los tipos de problemáticas que se suceden en el plano romántico de los jovenes adultos pero, con esta comedia para toda la familia, un breve panorama se podría ejemplificar. Los sueños es aquello que nos impulsan a diario. Cuando brillan las estrellas es una película que nos incentiva a creer, pero por sobre todas las cosas, a creer en el amor.