SIMPLE, GENUINO Y FRESCO
Como lo manifestamos recientemente en la narración de Eso que nos enamora, el amor debe ser una de las temáticas más abordada por el cine. Es por esto que al observar un film romántico todo resulte ya visto, implicando que los directores no busquen elementos novedosos sino un trabajo con cosas simples pero vitales para la historia. Pero, a diferencia de lo fallida que resulto la producción mencionada, en el caso de Cuando brillan las estrellas, de Natalia Hernández, todo funciona bastante mejor.
La ópera prima de esta directora argentina es una historia coral, donde se reflejan encuentros y desencuentros de diferentes parejas, exhibiéndose tanto las primeras salidas como la ruptura de una unión de varios años o la vuelta de un viejo amor de la infancia. Desde su inicio, el film fluye de manera genuina y fresca, con personajes simples pero a la vez con los matices necesarios para conocerlos. Y en su desarrollo, la película transmite cercanía y calidez, haciendo que quien la observe se involucre con lo que le sucede a cada personaje, los cuáles se encuentran muy bien armados, logrando que transfieran cada sentimiento que les pasa.
Estas características denotan el destacado proceso de construcción que tiene la película y el tratamiento que tienen estas historias, siendo el punto fuerte de la producción, más allá que durante el desarrollo la narración no aporte ninguna novedad, ni nada que no haya sido visto. A su vez, el film en ningún momento se torna pretencioso o grandilocuente: solo pretende exhibir situaciones que pueden haberle ocurrido a cualquier persona, intentando generar (y lo logra en varios pasajes) esa mágica sensación de que el espectador se vea reflejado en pantalla por tal o cual instante.
En definitiva, Cuando brillan las estrellas es un auspicio debut de Hernández, quien logra que este pequeño film resulte tan amigable para quien observa que no quede otra cosa más que disfrutarlo.