Arturo (Garzón), es un importante ingeniero de 65 años, sereno y de pocas palabras, que lleva una vida tranquila y rutinaria junto a su esposa (Frenkel). Luego de su jornada laboral ambos cenan juntos en una pequeña mesa de una casa de grandes espacios, dialogan sobre el día vivido y miran la tele desde el sillón hasta la hora de ir a la cama. Sin embargo, Arturo hace unos días que se acuesta, pero no duerme. Acaban de diagnosticarle una enfermedad incurable y le quedan pocos meses de vida.