Puro cuento
Ante la pregunta de si es por falta de tecnología o de talento, la respuesta se complica. Un guión -incapaz de generar empatía o un atisbo de sonrisa- de Jorge Maestro (El sodero de mi vida) sumado a una animación –créase o no- poco animada, convierten está fábula ecologista en un verdadero bodrio.
Y es probable que no se cuente con la tecnología de Pixar o Dreamworks, pero eso no justifica la seguidilla de imágenes lavadas y estáticas que conforman Cuentos de la selva.
Este es el caso de una película que carece de virtudes. La Tobal -con una vocecita aguda y unos diálogos aggiornados - en su papel de coatí concheta hace lo que puede, y eso es muy poco. Ni ella ni Abel Pintos, ni ninguno de los actores que dan voz a estos personajes logran darle expresividad a esos bichos impávidos, a excepción del lorito paraguayo que probablemente sea lo más destacable.
La banda de sonido sufre las mismas vicisitudes que el guión, carece de eso que llamamos onda, por no decir que parece un revival de lo peor de Lerner en los ochenta.
Basada en los Cuentos de la Selva de Horacio Quiroga, toma y transforma a ciertos personajes – tortuga salvadora, flamencos con medias de víboras, etc.- que se dan cita en la selva misionera para enfrentarse a los humanos y salvar su hábitat. Se sabe que varias organizaciones ecologistas apoyaron esta película por su mensaje conservacionista y que los productores se comprometieron con esa causa al punto de donar lo recaudado en la avant premiere a la Fundación Vida Silvestre. Para hacerle justicia, alguien debería inventar un Save The Quiroga para que no sigan pasando estas cosas.