Hay que ir con la verdad ante todo. El personaje de Juliette Binoche se llama Mado, y su apellido es Peron (sin tilde). Y su ex (Lambert Wilson) tiene un perro al que llama JP.
Digámoslo todo.
Mado tiene 47 años y vive con su hija, Avril, a la que tuvo a sus 17, y con la pareja de Avril. Pero Mado es más adolescente que su hija, no sólo porque deje su habitación en desorden y ande en Scooter.
Cuando todos (los suegros de Avril, que creen que los padres de ella viven juntos, cuando están divorciados) se enteren de que Avril (Camille Cottin, de Aliados) está embarazada, la noticia no les caerá de la misma manera. Mado y su ex, por ejemplo, lo festejan, solos, en un auto.
Y sí, a los dos meses Mado está también embarazada.
Una actriz como Binoche, que rueda con directores afamados, de un lado y otro del Canal de la Mancha, del Océano Atlántico y hasta con asiáticos filme comedias o filmes comerciales no podría sorprender. De hecho, actuó en la nueva Godzilla. Así que aquéllos que extrañen sus rictus y su poder para el drama más intimista, mejor que se abstengan de pasar por los cines que dan De tal madre, tal hija.
El toque de “actualidad” que le da al filme el debate por el aborto legal en nuestro país lo cruza en diagonal, ya que Mado desea en primera instancia deshacerse del embarazo. Pero hace 44 años que el aborto es legal en Francia, por lo que no se alarma nadie.
Hay papeles muy, pero muy esquemáticos (los suegros; el obstetra y su hijo) y muy pocas situaciones reideras en este filme que no es más que un mero pasatiempo.