Dead end (2016) es una película experimental dirigida por Fernando Laub, que plantea la ruptura de la idea de supremacía de la imagen por sobre el elemento sonoro. Fue rodada principalmente en la legendaria Ruta 66, y a lo largo de los estados de Arizona y Nuevo México, en Estados Unidos.
El film es, en primer lugar, una película con un claro estilo de road movie, pero también tiene algo que nos remite al estilo found footage, y hasta dogma 95. Apoyándose, entre otras cosas, en el rechazo al uso de efectos especiales desmedidos, en el uso aparente de una cámara en mano que se traduce en tomas poco estabilizadas y en editar poco, el film logra un aspecto más “casero”.
Si bien es cierto que en una película la imagen y el sonido se complementan, en el caso de Dead end, pareciera haber una supremacía del sonido por sobre lo visual, gracias al uso de música de vanguardia. Las imágenes que se nos presentan podrían carecer de expresividad por sí mismas, pero al entrar en juego la banda sonora, todo cambia, todo adquiere un tinte distinto (incluso pareciera estar uno en un film de terror o suspenso, por momentos, a la espera de que algo suceda).
El uso de una estética más casera y una banda sonora con tanta presencia nos hacen pensar que se busca generar una cierta proximidad con el espectador, y lo cierto es que de alguna manera u otra impacta.
Como apreciación personal, Dead end es interesante dentro de su género, bastante particular, pero interesante. Puede tener un público bastante reducido, por su condición experimental, pero vale la pena el intento.